ANECDOTARIO: Las bombachas en la reja.
Selva Andreoli
La marcha por el Día internacional de la Mujer, se ha convertido en una poderosa herramienta de comunicación. Desde hace por lo menos 3 años, miles de mujeres uruguayas, de todas las edades, clases sociales, partidos, profesiones, se vuelcan a la calle 18 de julio a expresar -cada una a su manera- su descontento por las desigualdades de género, que aún subsisten en nuestro país.
Recuerdo que hace años, sólo desfilábamos junto al Colectivo Mujeres de Negro, largas filas de mujeres y hombres , todos vestidos de negro, que salíamos de la Plaza Independencia, en marcha ordenada, silenciosa, porque queríamos denunciar las ausencias, las muertas por violencia de género.
A ambos lados de la avda. nos acompañaban otras personas, que aplaudían o avanzaban con la marcha. Esta experiencia fue creciendo, hasta que desembocó en estas marchas actuales, donde priman los cánticos, las coreografías, la música, y una bullanguera forma de decir: aquí estamos.
Pero junto a todas estas mujeres hay grupos, con proclamas y actitudes extremistas, que tienen su máxima expresión en tirarle bombas de pintura roja a la iglesia del Cordón, y dejar prendas íntimas colgadas de sus rejas. Alguna que otra baila mostrando sus senos desnudos y pintados.
El año pasado, cuando pasó por primera vez este ataque a la iglesia del Cordón, yo que soy atea, recordé que gracias a esa Iglesia, me salvé con otros dos compañeros de la caballada que reprimía y detenía a los que manifestábamos por la autonomía universitaria, allá por el 69. Se nos venía la caballada encima y una puerta se abrió, un cura pequeño nos hizo entrar, cerró la puerta y nos llevó por un pasillo estrecho hasta salir por la Calle Colonia: salvados!!, dijimos los 3 compañeros de aventura.
Me molestó mucho esta acción, el año pasado y éste, que ahora volvió a repetirse, sin que alcance a comprender qué gran protesta ante la iglesia es colgar una bombacha en sus rejas, o bailar semidesnuda, o manchar sus paredes con pintura roja.
Me molesta además, que usen una marcha tan multitudinaria, para este tipo de actos, que no se atreverían a hacer solas. Y si no, por qué no lo hacen en otro momento, si es que representa tanto para ellas?
Estoy en una etapa de la vida que casi nada me sorprende. Pero eso no me sucede con algunas pancartas, plagadas de palabras vulgares y groserías, cánticos que parecen más una catarsis de malas palabras que una consigna social o política. Confieso mi incertidumbre: no sé qué quieren comunicar.
Sí entiendo y acompaño con entusiasmo las consignas y cánticos por los derechos de la mujer, contra la violencia y los femicidios, contra las desigualdades, y aplaudo la creatividad –sobre todo de las jóvenes-, para expresar estos reclamos, algunos con humor e ironía, otros filosos como una espada.
Lic Selva Andreoli Directora Grupo Publicitario PERFIL
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias