Trump vs Harvard. El regreso de Joseph McCarthy. Daniel Barrios

30.05.2025

El pasado 22 de mayo la secretaria del Departamento de Seguridad Nacional (DHS por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, Kristi Noem, anunció que el gobierno de Donald Trump había revocado, "con efecto inmediato" la "certificación del Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio" de Harvard, como resultado de su "incumplimiento de la ley".

En una carta dirigida a Harvard, la jerarca escribió que  la revocación implica que se le prohibirá matricular a cualquier "extranjero con estatus de no inmigrante F o J" para el próximo año académico y también que los estudiantes extranjeros que actualmente  mantienen ese estatus "deberían transferirse a otra universidad para mantener su estatus de no inmigrante".  

"Esto significa que Harvard ya no puede inscribir a alumnos extranjeros y que los que estén ahora cursando sus estudios deberán cambiar de centro o perderán su estatus legal", aclaró después un comunicado de prensa del DHS.

Según la reglamentación vigente, las instituciones deben proporcionar información básica actualizada sobre cada estudiante, incluyendo su dirección y estatus académico. Pero en este caso , para tener una "oportunidad" de recuperar su capacidad para inscribir estudiantes internacionales, Noem también exigió, que en un plazo de 72 horas,  Harvard entregue registros electrónicos, videos o audios de toda actividad "ilegal" y "peligrosa o violenta" por parte de estudiantes no residentes en el campus.

En la misiva el DHS acusa a la  "dirección de Harvard  de "facilitar y participar" en "actividades coordinadas con el Partido Comunista Chino, incluyendo el entrenamiento de miembros de un grupo paramilitar cómplice del genocidio uigur" y de "fomentar la violencia, el antisemitismo y la conducta proterrorista de los estudiantes en su campus".

El 15 de mayo , la Casa Blanca ya  había anunciado que recortaría 450 millones de dólares en subvenciones a Harvard provenientes de ocho agencias federales y   la congelación de otros 2.200 millones de dólares de fondos del  Gobierno estadounidense.

Harvard no solo es la universidad más prestigiosa de Estados Unidos, sino también la más rica de ese país y del mundo. Posee  un fondo patrimonial propio  de 53.000 millones de dólares, 70% de lo que produce Uruguay en un año y más que el producto interno bruto de 120 países. Su posición financiera se ha convertido en una de sus principales armas para resistir a las presiones políticas del gobierno federal.

Conocidas las disposiciones contra la universidad, su presidente, Alan Garber, argumentó en un mensaje dirigido a los miembros de la comunidad universitaria que las exigencias de la Casa Blanca ponían en entredicho la libertad académica. "(La Administración)Deja claro que la intención no es trabajar con nosotros para abordar el antisemitismo de manera cooperativa y constructiva",. "Aunque algunas de las demandas esbozadas por el Gobierno tienen como objetivo combatir el antisemitismo, la mayoría representan una regulación gubernamental directa de las condiciones intelectuales en Harvard", escribió en la pagina web de la institución.

Harvard decidió  defenderse en los tribunales argumentando que  "ningún gobierno debería dictar qué enseña, a quién admite, a quién contrata o qué materias investiga una universidad privada" y que la  revocación adoptada por Washington era  "flagrante violación" de la Constitución de Estados Unidos y otras leyes federales, que tuvieron un "efecto inmediato y devastador" en la universidad. Una  jueza de distrito de Boston  acogió la demanda y suspendió la prohibición del presidente Donald Trump de admitir estudiantes extranjeros.  

Los estudiantes internacionales de Harvard provienen de 151 países: una diversidad étnica que atrae a las mejores mentes de todo el mundo. Según las últimas estadísticas, los estudiantes chinos son más de 1.300 de un total de 6.700, lo que equivale al 19 por ciento del total. Le siguen  Canadá (1.078) e India (999).

Harvard recibe más de 60.000 solicitudes cada año, pero acepta menos de 2.000. En  2024, la tasa de admisión fue solo del 3,5 por ciento. Esto significa que menos de cuatro de cada cien candidatos consiguen entrar. Los criterios son los de excelencia académica y cualidades extraacadémicas, hay que aprobar un examen de inglés y diversas pruebas de aptitud, presentar cartas de referencia que atestigüen la valía del candidato y finalmente, para quienes superan la fase de selección, enfrentarse a una entrevista final de admisión.

Ocho presidentes estadounidenses y 160 ganadores del Premio Nobel, 24 jefes de Estado y 31 primeros ministros se han graduado en Harvard, entre ellos el ex primer ministro canadiense  canadienses Pierre Trudeau y su sucesor Mark Carney, la primera ministra paquistaní Benazir Bhutto, el primer ministro griego Andrea Papandreou, el presidente mexicano Felipe Calderón, el presidente chileno Sebastián Piñera, la presidenta irlandesa Mary Robinson y el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon. Entre los actuales doctorandos  se encuentra la heredera al trono de Bélgica, la princesa Isabel, y la Casa Real, se pregunta sobre si esta medida le permitirá seguir cursando.

"Que esto sirva de advertencia a todas las universidades e instituciones académicas de todo el país", agregó  en tono amenazante la numero 1 de la Seguridad Nacional,   la misma que confesó haber matado a su perro por "ineficiente" y  que gusta posar delante de migrantes hacinados como pollos en una jaula.

Las amenazas de Trump ya habían comenzado en plena campaña electoral. En noviembre 2024 acusó a las universidades de su país de "estar dominadas por marxista y lunáticos",y propuso reformar el sistema de acreditación universitaria para eliminar a los "burócratas marxistas" y promover valores tradicionales.

Lo mismo que hacía en junio de 1953 el senador Joseph McCarthy cuando proclamaba "una universidad con un profesor comunista es una universidad con demasiados comunistas" o  que "un comunista en la facultad de una universidad es un comunista de más".

Hace más de 70 años  el líder de la cruzada anticomunista , en el cenit de la guerra fría,  también acusaba a profesores de Harvard de de  ser agentes soviéticos. Hoy Trump se presenta ante su país y el mundo con una versión aún más agresiva de aquel periodo, persiguiendo  no solo a profesores, sino también a los programas de las universidades y a los estudiantes internacionales.

La estrategia macartista y la trumpiana es la misma: intimidar a las fuentes de conocimiento e investigación  para así construir una realidad ideológica y cultural a imagen y semejanza de sus objetivos políticos.

El objetivo, ayer y hoy, es  siempre el mismo: coaccionar a las instituciones, funcionarios y a la academia a que sean obedientes a priori, a que se ocupen ellas mismas de desactivar las críticas y castigar el disenso,  sin que el gobierno tenga que intervenir directamente para reprimirlas.

En el caso de McCarthy, la idea central era que miles de traidores comunistas se escondían en las instituciones estadounidenses tanto en Holywood como en  el ejercito y en su propio partido republicano. Para Trump los "conspiradores" son profesores, científicos,  historiadores o periodistas que quieren "adoctrinar" a los estadounidenses y convertirlos en peligrosos militantes antisistema

Sancionando a Harvard y a los estudiantes extranjeros, Trump ataca a la vez tres de sus objetivos más emblemáticos : el mundo académico, los "extranjeros", el espíritu autónomo de las generaciones sucesivas de estudiantes, que según  la Casa Blanca son  focos de infección progresiva, de fiebre "antiamericana" y de contagio woke.

Se trata de un ajuste de cuentas con el sistema de conocimiento.

Trump y el autoritarismo de la nueva derecha mundial en lugar de confrontar, refutar o contrastar con las verdades individuales , ataca a las  instituciones que la producen, desprecia  el método científico y la autonomía de pensamiento. Al deslegitimar la autoridad cognitiva del sistema democrático, socava el sistema institucional del conocimiento y anula  la construcción social que hace posible la verdad como garantía para todos los ciudadanos.

En este contexto, el golpe a Harvard simboliza la disputa por el conocimiento del mundo, decisiva para reformular el criterio según el cual se evalúan los acontecimientos y se juzgan los fenómenos. Lo que está  en juego no es el futuro de Harvard, es la recreación de la realidad que saltea el  concepto de verdad, es  el ejercicio del poder político  para dar un nuevo nombre a las cosas, los valores y los principios  hasta llegar a una reformulación de los conceptos del bien y del mal según la ética que los populismos de la derecha radical pretenden imponer.

Asistimos  a una verdadera fractura cultural en nombre de la ideología, El conocimiento es  expulsado por la nueva derecha de su papel histórico de intérprete de la realidad.

El 6 de mayo falleció Joseph Nye, un eminente politólogo estadounidense,  profesor emérito de de Harvard dónde ejerció la docencia durante décadas. y presidió la prestigiosa Escuela de Gobierno Kennedy entre 1995 y 2004.

La ciencia política le reconoce el mérito de haber acuñado el concepto del"soft power" (poder blando), la capacidad de un país para influir mediante la atracción y la persuasión más que por la fuerza o la coerción (poder duro).

En lo que resultó ser su última entrevista analizó la política exterior de Trump. "Al asumir el cargo, lo primero que dice es que le va a arrebatar Groenlandia a Dinamarca, un aliado de la OTAN, pase lo que pase; o dice que va a recuperar el Canal de Panamá, lo cual reaviva las sospechas de América Latina sobre el imperialismo estadounidense; o elimina la Usaid, una agencia que, con su asistencia, da una imagen más benigna a los estadounidenses", dijo. "Básicamente, esto sugiere que ni siquiera está pensando primero en Estados Unidos, sino solo en Estados Unidos".

Universidades como Harvard, reconocida mundialmente por su  excelencia académica investigación y apertura, han sido uno de los pilares que sostienen el poder blando estadounidense.

Cuando Nye introdujo por primera vez el concepto de "poder blando" a principios de la década de 1990, Estados Unidos se encontraba en la cúspide de su influencia global. La democracia al estilo estadounidense, su educación  y estilo de vida,  junto con ideas como el"faro de esperanza", ejercían una influencia considerable en el mundo de la posguerra

Hoy las medidas coercitivas  y las amenazas de Trump  al sistema universitario  tienen mucho de poder duro y nada de poder blando. Mucho de McCarthy y nada de Nye.

 

Daniel Barrios
2025-05-30T19:34:00

Ec. Daniel Barrios