LA ECONOMIA EN NUESTRAS VIDAS
Política comercial de Uruguay hacia el mundo. Las reacciones. ¿Qué nos espera? Entrevista con Álvaro Ons (*)
08.11.2021
MONTEVIDEO (Uypress) – En la tercera entrega de La Economía en nuestras vidas, en colaboración con el Centro de Investigación Económica (CINVE) y buscando analizar sobre los temas de mayor actualidad un impacto actual y futuro sobre la vida de los uruguayos, entrevistamos al economista Álvaro Ons.
Según indica la OCDE y el G20 las restricciones al comercio de bienes y servicios aumentaron durante la pandemia.
El posible tratado de libre comercio entre China y Uruguay, a partir de una respuesta positiva del gobierno de Beijing a una nota del gobierno uruguayo, ha colocado con mucha fuerza todos los temas relacionados con el comercio internacional del país.
No podemos sólo tratar los aspectos candentes y actuales, el comercio exterior tiene directa relación con la colocación de Uruguay en la región y en el mundo, están relacionados con nuestro aparato productivo y son de un fuerte impacto político. Muchos proclaman que hay que mirar este tema sin supuestas anteojeras ideológicas, cuando está absolutamente cargado de ideología. No es un simple tema comercial y de conveniencia.
Si algo faltaba para darle actualidad y complejidad el tema del comercio exterior la decisión anunciada por el gobierno de Brasil de reducir unilateralmente, sin tener en cuenta al MERCOSUR, el 10% del Arancel Externo, y la interpretación de algunos analistas de que esta medida es también una respuesta al gobierno uruguayo y su política de flexibilización del bloque.
P. ¿Qué papel ha tenido el comercio exterior de bienes y servicios en el crecimiento de Uruguay en los 15 años anteriores? ¿Es diferente al proceso de expansión comercial que se observó en nuestro país al que aconteció en otros países de la región?
A lo largo de los últimos 15 años se observa una tasa de crecimiento promedio del PIB elevada acompañada de una expansión promedio de las exportaciones de bienes y servicios también significativa. Las características estructurales de nuestro país hacen que el crecimiento en prácticamente cualquier horizonte temporal tenga como uno de sus determinantes principales la evolución del comercio exterior de bienes y servicios. No es posible imaginar una estrategia de desarrollo productivo sostenible que no esté orientada a venderle mayor valor agregado uruguayo al resto del mundo.
El proceso de expansión comercial del Uruguay en el Siglo XXI ha tenido efectivamente algunas particularidades. La más notoria es que entre los principales productos de exportación actuales encontramos algunos que a principios de siglo no exportábamos o lo hacíamos incipientemente. La pasta de celulosa, la soja y el conjunto de servicios globales o servicios no tradicionales explican varios miles de millones de dólares de nuestras exportaciones, reflejando un cambio estructural en la producción y en la composición de las exportaciones. Pero por más que la transformación sea significativa, no quiere decir que sea suficiente. Por el contrario, se necesita mucha más transformación productiva para hacer la transición a niveles superiores de desarrollo y la evidencia es muy clara en cuanto a que esa transformación requiere de políticas públicas que la promuevan. Sin mucha más transformación no vamos a llegar al desarrollo que aspiramos y esa transformación no va a ocurrir sin políticas públicas deliberadas, ambiciosas y orientadas a promover bienes y servicios nuevos y de mejor calidad, con mayor diferenciación y sofisticación. Y para todo esto es imprescindible acceder a los mercados que demandan estos bienes y servicios.
P. ¿La exportación de productos agroindustriales como la carne, la soja o la celulosa es contradictoria o complementaria con el desarrollo exportador del sector de tecnologías de la información?
La supuesta oposición que se suele resumir en el Uruguay Natural versus el Uruguay Tecnológico no sólo es falsa, sino que puede hacer mucho daño. Es evidente que no son contradictorios o excluyentes, pero tampoco está del todo bien decir que son complementarios. Los conjuntos complementarios conviven, pero no se tocan, y lo que necesitamos es que se toquen cada vez más, tenemos que agrandar la intersección entre la producción de la base primaria con la ciencia y la tecnología, y no sólo con las tecnologías de la información. En las intersecciones hay oportunidades de innovación y diversificación de la producción con mayor valor agregado. Por ejemplo, una muy notoria para un país productor de alimentos se encuentra en la intersección de esta producción con el área de salud humana y con la ciencia y la tecnología, para producir alimentos que contribuyan a un envejecimiento saludable y la prevención de enfermedades no transmisibles. La pandemia ha puesto en evidencia los efectos de las comorbilidades, lo que debería contribuir a reforzar la tendencia hacia comportamientos más saludables. Nuevamente, el mercado va a generar muchas menos transformaciones o intersecciones de las posibles y necesarias, más aún cuando se requiere la coordinación de actores de distintas áreas. Las políticas públicas deben promover la identificación de este tipo de oportunidades, la articulación entre los actores productivos y los de la ciencia y la tecnología, y las actividades de I+D con potencial de sofisticar la producción.
P. ¿Cuáles son los cambios más relevantes en el comercio exterior uruguayo que trajo consigo la pandemia del Covid-19? ¿Algunos de ellos pueden ser permanentes?
Los cambios en el comercio exterior uruguayo que pueden resultar de la pandemia no están necesariamente asociados a los cambios más notorios ocurridos en nuestro comercio exterior durante la pandemia. Estos últimos son obviamente los asociados al turismo, que son los que se han mantenido deprimidos más allá del impacto inicial que afectó también a otras actividades. La pandemia ha acelerado tendencias que van a seguir impactando en el comercio exterior de bienes y servicios como la digitalización, el trabajo a distancia y la priorización de lo ambiental. Además, la pandemia ha generado crisis en diversas cadenas globales de valor y están en curso estrategias orientadas a mejorar su resiliencia. Estas estrategias incluyen la búsqueda de estructuras más cortas y menos concentradas, lo que se ha denominado regionalización de las cadenas. Más allá de la eventual relocalización de la producción en el corto plazo, que naturalmente involucra muy altos costos de inversión y desinversión, vamos a tener un incremento en el peso relativo de la resiliencia en las decisiones de localización de nuevas inversiones, lo que conducirá a una reconfiguración gradual de las redes internacionales de producción. Esto puede ser una oportunidad de atracción de inversiones para un país como Uruguay. De hecho, hay estudios de organismos multilaterales que consideran esta regionalización como una gran oportunidad para los países de América Latina. Una oportunidad que debe ser expresamente atendida en los esfuerzos de inteligencia para la atracción de inversiones.
P. ¿Qué papel, de impulso o de freno, ha jugado el Mercosur para el desarrollo comercial de la economía uruguaya? ¿Cuál es la situación actual?
Uruguay ingresó al Mercosur con dos grandes expectativas en materia comercial. Por un lado, consolidar el acceso a los mercados regionales, que se estaba procesando desde hacía algunos años bajo los mecanismos establecidos en los acuerdos de preferencias comerciales del CAUCE con Argentina y del PEC con Brasil. Por otro lado, Uruguay aspiraba a conseguir acceso preferencial a terceros países, en particular, a los países más desarrollados, a través de la negociación comercial conjunta del bloque con terceros. Lo primero se puede considerar razonablemente alcanzado, aunque no se pueden ignorar algunos períodos de reversiones importantes y algunos problemas puntuales recurrentes. En lo segundo, claramente, no ha habido resultados significativos. La cuestión es que el desarrollo del Uruguay necesita de avances en estos dos frentes. La región y el resto del mundo juegan papeles diferentes y estrictamente necesarios en el desarrollo del país. Téngase en cuenta que no son los mismos bienes y servicios los que exportamos hacia unos y otros mercados. El desarrollo sin distorsiones del comercio con los socios del Mercosur y la mejor inserción exportadora en los mercados globales deben considerarse como piezas claves para una expansión productiva sostenible a lo largo del tiempo. El antagonismo entre estas opciones ha sido un pésimo argumento desde el punto de vista de las opciones de desarrollo de nuestro país.
En cuanto a la situación actual, el Mercosur es un proceso de integración estancado y, salvo excepcionalmente, vaciado de contenidos relevantes desde hace casi un par de décadas. Si hubiera que identificar una razón principal de este estado de situación, en mi opinión es la falta de liderazgo con visión regional, y en esto no todos los miembros son igualmente responsables, hay un responsable principal. El Mercosur es lo que Brasil ha querido o ha dejado que sea. Cuando escuchamos o leemos a autoridades brasileras criticar al Mercosur, es una crítica a la interna, critican el Mercosur que hizo Brasil. Es muy difícil aceptar la afirmación de que el Mercosur ha limitado o limita a Brasil en algún sentido relevante. La falta de liderazgo ha quedado muy en evidencia en dos episodios recientes. Uno de ellos es el cierre de negociaciones con la Unión Europea. Esto ocurrió, en buena medida, porque Brasil dejó que ocurriera, y no porque Brasil lo haya impulsado. El otro es lo que está pasando actualmente con las discusiones sobre flexibilización en materia de negociaciones externas. ¿Qué es exactamente lo que impulsa el gobierno de Brasil en un tema absolutamente crítico para el proceso de integración?, ¿Tiene definido cómo abordar la flexibilización? Brasil ha tenido una reacción favorable a la propuesta de flexibilización de Uruguay. Además, ¿le hizo una guiñada a las intenciones uruguayas de negociaciones bilaterales por fuera del bloque? ¿Es una guiñada del gobierno o se trata más bien de la opinión personal de alguna autoridad? Si Brasil decidiera negociar con la intención de cerrar acuerdos relevantes y pusiera una agenda ambiciosa sobre la mesa, no estaríamos en estas vueltas. No me parece que Brasil necesite flexibilizar anticipadamente nada para hacerlo, sólo tiene que decidirlo.
P. ¿En qué consiste la flexibilización que impulsa Uruguay? ¿Esto representa un cambio radical en la posición que ha mantenido nuestro país hasta el presente?
Lo que impulsa Uruguay en el Mercosur es, simplificadamente, que ante la imposibilidad de avanzar en la negociación conjunta, quede habilitada la posibilidad de negociar por parte de un subconjunto de los miembros o incluso individualmente. Uruguay viene proponiendo flexibilidades en esta línea y buscando posibles contrapartes para negociar bilateralmente desde hace muchos años. No sólo durante los tres gobiernos precedentes. El TLC con México es anterior y puede considerarse, también, como un antecedente de esta búsqueda de oportunidades de negociación con terceros países.
El planteo de fondo de Uruguay es legítimo y está bien fundado en una necesidad evidente del desarrollo del país. Con frecuencia se ha empleado el término "sinceramiento" en estos planteos. ¿Cuál es ese sinceramiento? Aceptar que hay compromisos que se asumieron en su momento y que no se van a cumplir. El Mercosur no va a ser una unión aduanera, no hay dudas al respecto. Una unión aduanera es muchísimo más que un Arancel Externo Común. Se han acordado múltiples programas para construir la unión aduanera y es claro que los requerimientos están mucho más allá de lo factible, y no sólo en el corto plazo, también en el mediano y en el largo.
Ahora, aceptar que no va a haber unión aduanera, no implica necesariamente renunciar a la negociación conjunta. Pero si esto no es factible, también, hay que aceptarlo y habilitar otras opciones. Nada de esto va a dañar el proceso de integración, el que, por cierto, ya está muy dañado. Tampoco va a dañar la reputación del Mercosur, ¿qué buena reputación puede tener un bloque que ha llegado a tener múltiples negociaciones simultáneamente en curso y no ha cerrado casi ninguna relevante? Por el contrario, mantener esta discusión abierta no hace más que debilitar al bloque y termina siendo un obstáculo para su profundización, porque hay muchas oportunidades de cooperación regional en áreas estratégicas con beneficios para todos los socios. La unión aduanera es un instrumento, no puede convertirse en el objetivo excluyente del proceso de integración. Los verdaderos objetivos pasan por potenciar el desarrollo de todos los miembros.
P. Ahora que se habla de flexibilización del Mercosur y los dos socios mayores del bloque, Argentina y Brasil, promueven una rebaja del Arancele Externo Común, ¿cómo impacta estos temas en Uruguay?
El gobierno uruguayo resolvió vincular ambos temas como parte de la estrategia de negociación. Brasil no acompañó esta vinculación y decidió abordar separadamente la rebaja arancelaria y, en los últimos días, tomó la decisión de procesar la rebaja unilateralmente.
Ahora, considerando aisladamente la iniciativa, es claro que los intereses del Uruguay están alineados con una rebaja del Arancel Externo Común. De hecho, Uruguay utiliza prácticamente todos los márgenes de que dispone para desviarse del Arancel Externo Común y en el sentido de reducir aranceles. Es grande la diferencia entre el Arancel Externo Común y los aranceles que efectivamente está aplicando nuestro país, especialmente, en insumos industriales y agropecuarios, y en bienes de capital y de alta tecnología. Seguramente, los márgenes disponibles no permiten atender todas las situaciones en las que puede interesar reducir aranceles, por lo que la iniciativa es positiva. Ahora, la rebaja que acordaron Argentina y Brasil difícilmente tenga algún impacto relevante en cualquier sentido. Se trata de una rebaja marginal y muy alejada de las aspiraciones iniciales de Brasil, o al menos, de las expresados por su Ministerio de Hacienda. La montaña parió un ratón.
P. Una mayor flexibilidad en las negociaciones comerciales externas, ¿cómo impactaría sobre las economías de nuestros socios comerciales del Mercosur?
Si nos estamos refiriendo a cómo impactaría en el resto del Mercosur que Uruguay hiciera uso de la flexibilidad y negociara acuerdos con terceros países, la respuesta es que no habría ningún impacto comercial significativo, la asimetría de tamaño lo impide.
P. ¿Puede Uruguay prescindir del Mercosur? ¿Es probable y conveniente abandonar el bloque comercial? ¿Qué consecuencias tendría para nuestro país?
Este es un problema muy complejo y me voy a centrar en sus aspectos económico-comerciales. En primer lugar, ¿en qué escenario podría tener sentido considerar una salida del Mercosur? En un escenario en el que el bloque mantiene una oposición cerrada a flexibilidades y reivindica una obligación de negociación conjunta sin perspectivas de resultados, y Uruguay no tiene contrapartes con las que negociar acuerdos en virtud de que no cuenta con algún tipo de validación del Mercosur o de su socio globalmente relevante. No se puede decir que sea un escenario altamente improbable, bastaría que Brasil revirtiera a su posición más tradicional, incluido el escaso interés por la apertura comercial.
En segundo lugar, como se ha mencionado, el desarrollo productivo uruguayo necesita del acceso a los mercados de la región y del resto del mundo. El Mercosur es comercialmente importante para Uruguay y tiene un papel que no es sustituible, en particular, en relación con la industria manufacturera. Las consecuencias de una salida son difíciles de predecir, en tanto dependen de cómo quede establecido el relacionamiento comercial de nuestro país con el Mercosur, y esto debe ser negociado luego de concretada la salida. No creo que vaya a ser una negociación fácil, por lo que no es claro que vayamos a poder replicar las condiciones que tenemos actualmente.
La industria uruguaya basa su competitividad en los mercados regionales en la utilización del régimen de admisión temporaria, combinada, en general, con un tipo particular de regla de origen. ¿Qué incentivos tendrían los socios del Mercosur para acordar aquello que le resuelva a Uruguay los potenciales impactos negativos de su salida?
Entonces, una salida del Mercosur puede tener consecuencias negativas significativas. Al mismo tiempo, las negociaciones individuales de Uruguay también pueden enfrentar sus dificultades, en particular, en cuanto al acceso de bienes de base agropecuaria en aquellos mercados en que son productos sensibles. Si bien es cierto que Uruguay tiene escasa capacidad de hacer daño debido a su tamaño, también es cierto que tiene casi nada para ofrecer a cambio, y las sensibilidades son delicadas en cualquier volumen. Con esto se pretende advertir simplemente que una salida del Mercosur no lleva necesariamente a un escenario ideal, sino que los efectos negativos pueden ser mayores a los esperados y los positivos algo menores y, por lo tanto, se requiere de una evaluación cuidadosa, con amplia participación del sistema político, empresarios, trabajadores y otros actores.
P. Por el momento no se conocen las bases concretas de un posible acuerdo de Libre Comercio con China, pero ¿sería posible adelantar una evaluación preliminar a partir de experiencias similares con otros países, como por ejemplo con Chile?
En principio, lo que cabe esperar es un tratado de libre comercio convencional, enfocado en los temas del comercio de bienes. Eventualmente, podría existir un acuerdo sobre comercio de servicios, con listas positivas, como parte del TLC o a través de un instrumento separado. Otro posible contenido sería una actualización del acuerdo de promoción y protección de inversiones, que fue firmado hace casi 30 años. Entonces, no sería una negociación con temas sensibles para nuestro país, más allá de las sensibilidades comerciales que pudieran existir por la apertura de los mercados. Obviamente que las asimetrías son espectaculares y los márgenes de negociación podrían ser acotados, pero de todos modos no habría contenidos particularmente problemáticos.
P. ¿Los impactos serían sólo comerciales, o tendrían consecuencias sobre el desarrollo de infraestructuras y sobre la actividad industrial en nuestro país?
Los impactos del TLC resultarían esencialmente de sus efectos sobre el comercio y sobre los flujos de inversiones. No visualizo un vínculo directo entre el TLC bilateral y el desarrollo de infraestructuras. Sí la posibilidad de que empresas chinas inviertan en nuestro país con el objetivo de abastecer su país de origen. En un caso ideal, esto puede contribuir a bienes y servicios innovadores y de mejor calidad, y más adecuados a los requerimientos de sofisticación creciente del mercado chino. Estos casos de inversión extranjera directa difícilmente derramen en el conjunto de la actividad económica e impacten en el desarrollo, en ausencia de políticas públicas que promuevan expresamente estos derrames.
En cuanto al posible impacto sobre la actividad industrial existente, cabe esperar que las industrias nacionales orientadas al mercado interno tengan una mayor competencia de los productos originarios de china que pasarían a beneficiarse de la preferencia comercial. Si bien esto debe ser evaluado, y es posible que existan algunos efectos negativos relevantes, la realidad es que en el punto de partida ya existe una elevada exposición a la competencia china y que no se van a estar eliminando grandes barreras de acceso al mercado. Existe una segunda vía de impacto potencial sobre la actividad industrial nacional, que son posibles represalias sobre las exportaciones uruguayas en mercados del Mercosur, muy difícil de pronosticar en este momento.
P. En nuestro país, ¿quiénes ganarían y quienes perderían en un TLC con China? Me refiero no sólo a los sectores de actividad, sino también en términos sociales?
El análisis de ganadores y perdedores es habitual, necesario y, por lo general, muy insuficiente. Es un análisis estático o en el que prevalece un enfoque de muy corto plazo. Desde esta perspectiva, los ganadores serían principalmente los vinculados con los sectores agroexportadores, que mejorarían sus condiciones de acceso al mercado chino, en particular, carnes, lácteos y lana. Los perdedores estarían en actividades manufactureras, según lo mencionado anteriormente. Obviamente, corresponde que la negociación sea seguida por un conjunto de acciones de política que contribuya a moderar los impactos negativos y proporcione vías alternativas a los más negativamente afectados.
Sin embargo, ¿a qué aspiramos con negociaciones con un socio como China? No me refiero a los objetivos en la negociación, sino para qué negociamos un acuerdo de estas características. ¿Qué impacto esperamos que tenga en nuestro desarrollo? Si las acciones se limitan a la negociación y a la atención de los sectores negativamente afectados, el acuerdo no va a tener muchos más efectos positivos que cierta mejora de la rentabilidad de unos pocos sectores agroexportadores, con escasa transformación productiva y bajo impacto en términos de desarrollo. Precisamente por ello, es imprescindible implementar una agenda interna de políticas activas para promover la transformación productiva a partir de las oportunidades de desarrollar y vender bienes y servicios innovadores, que se van a generar. Hay que ir mucho más allá de vender a un mayor precio lo que ya estamos produciendo. No se debe subestimar el desafío implícito de política pública. Involucra acciones en muy diversas áreas: producción de bienes y servicios, innovación, ciencia y tecnología, internacionalización, formación y capacitación, entre otras. Requiere de coordinación al interior del sector público y de colaboración público-privada en niveles muy superiores a los habituales.
P. ¿Qué reacción debería esperarse de los otros socios del Mercosur ante la propuesta de flexibilización y ante la concreción del TLC con China que aspira a suscribir Uruguay?
Las primeras reacciones son conocidas. La propuesta de flexibilización recibió el apoyo de Brasil y el rechazo de los demás socios. Las intenciones de negociación bilateral recibieron el rechazo explícito de parte de Argentina y una posición ambigua del lado de Brasil, en el sentido de que no hubo, al menos públicamente, un rechazo, y sí hubo alguna opinión favorable de parte de alguna autoridad, específicamente, del Ministerio de Hacienda.
Se puede argumentar que no es razonable pretender que Uruguay renuncie al Mercosur para poder negociar con terceros, cuando tiene una necesidad bien fundada para su desarrollo y el Mercosur no ha sido capaz de generar resultados en esta materia. No tiene ningún sustento afirmar que Uruguay podría romper algo en el Mercosur de concretar sus intenciones. El Mercosur ha soportado agresiones de enorme magnitud. Incumplimientos de laudos arbitrales, que han vuelto irrelevante al sistema de solución de controversias, pilar esencial del proceso de integración. Restricciones generalizadas al comercio intra-zona, a través de licencias de importación no automáticas en grandes porciones del universo arancelario. Bloqueos de puentes que impidieron la circulación de bienes y personas.
Lo que está planteando Uruguay es insignificante, si ataca algo es a la unión aduanera, un objetivo irrealizable que debió ser reformulado hace muchos años. Pero lamentablemente no alcanza con tener argumentos sólidos. Más que una cuestión de razones es una cuestión de incentivos. ¿Qué motivaciones tienen los demás miembros del Mercosur para validar las negociaciones bilaterales del Uruguay?
P. ¿El TLC de China con Uruguay se inscribe en la llamada "ruta de la seda" que impulsa China?
No estoy en condiciones de responder si China inscribe un eventual TLC con Uruguay en el marco de la Iniciativa de la Franja y La Ruta. Desde la perspectiva de nuestro país, entiendo que el acuerdo se inscribiría, ante todo, en un largo proceso de profundización de la relación bilateral que ya lleva muchos años y que ha tenido diversos hitos que reflejan una cooperación bilateral siempre creciente. No obstante, uno de esos hitos ha sido un acuerdo de cooperación relativo a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y los temas de apertura comercial y flujo de inversiones bilaterales forman parte de las áreas de cooperación previstas.
P. ¿Cómo es de esperar que reaccionen Estados Unidos y la Unión Europea si Uruguay lograra avanzar en un TLC con China?
Me surgen dos preguntas en relación con este punto. ¿Por qué Uruguay estaría avanzando en un TLC específicamente con China? ¿Se puede interpretar esto como una intención de posicionamiento en la batalla geopolítica global? En esto último, mi respuesta es, sin dudas, que no, Uruguay avanza con China porque es la contraparte que podría estar dispuesta a sentarse del otro lado de la mesa. Probablemente, casi la única en las presentes circunstancias. Entonces, no me parece que exista una justificación para reacciones negativas.
P. ¿Es posible un TLC de Uruguay con China, o con cualquier gran mercado, sin la posibilidad de ser utilizado como una plataforma para el ingreso a los otros países del Mercosur?
Sí, no sólo es posible, es la única posibilidad. La visión de que un acuerdo entre un miembro del Mercosur y China o cualquier otro gran mercado va a inundar con productos chinos o de ese otro mercado a los países del Mercosur no participantes del acuerdo, no tiene sentido alguno. Los productos chinos van a seguir siendo chinos una vez que ingresen a Uruguay y no se van a beneficiar de ninguna preferencia si fueran hacia los demás países del Mercosur. La preocupación no se entiende. No hay libre circulación de bienes en el Mercosur, una vez que el bien chino entra a Uruguay, tiene que cumplir con absolutamente todos los procedimientos e impuestos para ingresar a un socio. Lo único que modificaría el TLC es que no se pagarían aranceles al ingresar al Uruguay.
P. ¿En qué situación se encuentra la negociación del Acuerdo con la Unión Europea?
Entiendo que está en una situación de parálisis y no se visualiza la posibilidad de una ratificación de lo acordado en el corto plazo, ni tampoco un camino alternativo promisorio ante la imposibilidad de esa ratificación. Los países de la Unión Europea justifican sus reparos en razones ambientales. Yo creo que los argumentos ambientales son de primerísimo orden, pero no veo que la no ratificación del acuerdo contribuya a una menor deforestación de la Amazonia ni a las menores emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, los textos acordados cumplen con estándares modernos en materia ambiental.
P. ¿La transparencia fiscal ayuda o entorpece en las negociaciones comerciales externas?
Las negociaciones comerciales no suelen abordar sustantivamente temas de tributación, más allá de la desgravación de los derechos de importación y medidas de efecto equivalente. Las cuestiones de transparencia, intercambio de información y eliminación de la doble imposición, en relación con otros impuestos, se negocian en los acuerdos específicamente tributarios. La inmensa mayoría de los países está participando de las iniciativas sobre transparencia fiscal y la reforma tributaria global en curso. No veo que esto sea una ayuda ni, tampoco, un obstáculo relevantes a las negociaciones comerciales.
P. ¿Cómo influye actualmente y en el futuro la sostenibilidad ambiental y social en el comercio exterior?
Una de las tendencias que se acelera en el escenario post pandemia es que las empresas multinacionales y las entidades que financian el comercio exterior y las inversiones estarán cada vez más sujetas a requisitos de desarrollo sostenible, en especial, con relación al ambiente, pero también con relación a género e inclusión social. En última instancia, estos requisitos recaen en gobiernos y empresas que necesitan financiarse y en productores de bienes y servicios que buscan colocar sus productos. Los objetivos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y de fortalecer la resiliencia al cambio climático van en camino de dejar de ser voluntarios. Esta evolución es inevitable ya que sus orígenes se encuentran en ahorristas que pretenden que sus ahorros sean utilizados en el financiamiento de proyectos con determinadas características de sostenibilidad y en consumidores que exigen que los procesos productivos subyacentes sean también sostenibles. El proceso excede ampliamente las decisiones de los gobiernos. Entonces, es urgente integrar estos aspectos en las políticas de desarrollo productivo sostenible y, nuevamente, es un gran desafío como ya ha sido mencionado. Simplificando, hay dos posibilidades. Hacerlo a tiempo, ordenadamente y aprovechando oportunidades de desarrollo de bienes, servicios y procesos innovadores, o hacerlo tarde, de apuro y asumiendo costos que se podrían haber evitado.
P. Una última pregunta candente ¿Cómo interpretar un posible TLC cuando la empresa china LIFAN, una de las únicas industrias manufactureras de ese origen en nuestro país anuncia el cierre de su producción de autos en Uruguay?
No encuentro un vínculo entre ambos temas. Las inversiones extranjeras a veces se retiran, puede no ser deseable, pero es habitual. Es una empresa china que se instaló en Uruguay con el objetivo de exportar a la región y, quizás, los resultados no hayan sido satisfactorios y por este motivo decide retirarse. Entiendo que no hay razón para que esta decisión se vea afectada por la expectativa de un TLC entre Uruguay y China, cuando el interés principal está en otros mercados del Mercosur. Las inversiones que se podrían atraer a partir de un TLC tienen otra lógica de negocios.
(*) Álvaro Ons
Licenciado en Economía por la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la UdelaR. Es Investigador asociado del CINVE y Profesor Adjunto de Economía Internacional en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la UdelaR. Es consultor nacional e internacional en política comercial, comercio internacional e integración económica internacional en diseño y experto en implementación de políticas, programas e instrumentos de apoyo al desarrollo productivo sostenible y su soporte institucional. En estas materias ha publicado numerosos estudios y trabajos técnicos y académicos. Entre los años 2008 y 2010 fue Director de la Asesoría Política Comercial del Ministerio de Economía y Finanzas. Entre 2010 y 2015 fue Secretario Ejecutivo de la Comisión Interministerial para Asuntos de Comercio Exterior y ocupó la Presidencia de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) en el periodo 2016-2017.
La Economía en nuestras vidas. Nota anterior: https://www.uypress.net/Economia/Paraisos-fiscales-y-zonas-grises-Entrevista-con-Gustavo-Vinales--uc116533
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