PETROLEO CALIENTE
YPF: historia y futuro de la mayor empresa de Argentina
12.04.2012
BUENOS AIRES (Uypress) – Hoy cuando el gobierno argentino envió al parlamento un proyecto de ley para hacerse con el control del 50.1% de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF S.A.) que en su mayoría son propiedad de la española REPSOL escribió una página más de una historia atormentada iniciada en 1907.
Cuando se privatizó la empresa en el año 1993, entre los que apoyaron de ese proceso se encontraba el entonces gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner.
Después de las islas Malvinas, pocas palabras levantan tanto fervor soberanista en Argentina como las de YPF. Cuando el Gobierno amaga con intervenir o nacionalizar la filial de la petrolera española Repsol sabe que cuenta con el respaldo de la mayor parte de la población. No es solo porque Repsol sea el mayor contribuyente fiscal del país (con un tercio de los ingresos totales), ni porque que sea la mayor empresa por puestos de trabajo (4.000 empleados directos y 16.000 indirectos), ni porque aporte un tercio de la producción de hidrocarburos, ni porque sea una de las pocas entidades con presencia física en las 24 provincias de Argentina. Lo que realmente pesa en el imaginario colectivo cuando se enarbola la palabra YPF es todo lo que la compañía ha sido y ya no es.
YPF fue inicialmente una empresa pública argentina dedicada a la exploración, explotación, destilación y venta del petróleo y sus productos derivados, se transformó en la mayor empresa del país, empleando a unas 50.000 personas. Fue transformada en YPF S.A. en 1992 durante el gobierno de Carlos Menem y actualmente pertenece a la española Repsol.
Los antecedentes de YPF se remontan al descubrimiento de petróleo en la zona de la ciudad de Comodoro Rivadavia, en el año 1907. Posteriormente se creó la Dirección General de Explotación del Petróleo, con el objetivo de regular la actividad de las compañías extranjeras que comenzaban a establecerse en el país. Durante la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen, entre 1916 y 1922, se realizaron varias obras para la producción de petróleo.
El 16 de octubre de 1922, pocos días después de asumir la presidencia de la Nación Argentina Marcelo Torcuato de Alvear, Enrique Mosconi fue nombrado Director General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), donde permanecería por ocho años, dedicando grandes esfuerzos para incrementar la exploración y desarrollo de la extracción de petróleo.
YPF fue la primera petrolera estatal integrada verticalmente en todo el mundo, excluyendo a la URSS. Cuando se estaban por firmar los protocolos de acuerdo se produjo el golpe de Estado de 1930, que derrocó a Hipolito Yrigoyen en su 2° gobierno e inauguró la década infame de los gobiernos militares.
Desde su fundación, la empresa realizó todas las actividades que eran necesarias para la explotación de petróleo e incluso fundó o propició el rápido crecimiento de pueblos cercanos a zonas con reservas de petróleo, como la citada Comodoro Rivadavia en la provincia de Chubut, Las Heras, Cañadón Seco, Caleta Olivia en Santa Cruz o Plaza Huincul en Neuquén.
De acuerdo con la doctrina del General Mosconi y de Hipólito Yrigoyen, la empresa tuvo el monopolio legal del petróleo durante toda su existencia como Sociedad del Estado, a pesar de que también existía una considerable participación en la explotación petrolera de las multinacionales Shell y Esso, lo que se acentuó durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional. De todos modos, su producción siempre superó con creces la del sector privado, lo que de hecho era el objetivo buscado por Mosconi: el fisco debía contar con una gran empresa, para poder hacer frente a reclamos individuales que fueran contra el interés general del país.
Como la mayoría de las empresas públicas argentinas, fue privatizada durante el gobierno de Carlos Saúl Menem en el marco de su política económica. Entre 1989 y 1992 se llevaron a cabo las principales reformas. El primer paso en este proceso fue el cambio de tipo societario de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (que era una Sociedad del Estado) para convertirse en una Sociedad Anónima (YPF S.A.). En el año 1993, el Estado mantenía el 20% de las acciones y la acción de oro, y un 12% los estados provinciales. El sector privado era propietario del 46% del paquete accionariado, y lo componían bancos y fondos de inversión de diversos países. En 1998, el sector privado poseía casi el 75% de las acciones, aunque el Estado mantenía la acción de oro.
Finalmente, se culminó la privatización al venderse el último 24% de acciones estatales y provinciales a la española Repsol en 1999 por un valor de 9.000 millones de dólares. REPSOL compró en el mismo año otro 73% de acciones que pertenecían al sector privado.
En diciembre de 2007, el Grupo Petersen, conglomerado argentino de empresas al mando de Enrique Eskenazi, compró el 14,9% de YPF S.A.. El 4 de mayo del 2011 aumenta su participación accionaria en la compañía en un 10%. De esta manera, el Grupo Petersen pasa a poseer el 25,46% de YPF, la compañía Repsol tiene el 58,23%, mientras que el 16,34% restante se encuentra en manos de inversores del mercado.
La senadora de la oposición María Eugenia Estenssoro, hija de José Pepe Estenssoro, antiguo presidente de YPF, cree que con la nacionalización no se arreglaría nada. Pero ella reparte críticas igual de duras entre Repsol y el Gobierno. "Los españoles de Repsol han venido ejerciendo un política de depredación. Han distribuido en dividendos el 90% de sus utilidades y sólo ha invertido el 10%, cuando lo sano es que las concesiones petroleras inviertan un tercio de las utilidades. Pero el Gobierno ha sido quien permitió todo eso durante los últimos nueve años. Y al cargar contra Repsol, lo único que hace es esconder su ineptitud en política energética. El Gobierno necesita buscar un culpable, como está haciendo ahora con los trenes siniestrados. Y como YPF es un icono cultural, mucha gente piensa que si vuelve al Estado todo estará bien".
La visión desde la española Repsol no podía ser más distinta a la de Estenssoro. "Hace unos años nadie sabía cómo hacer para domar este monstruo de YPF que era pura pérdida. Pero ahora, ha vuelto a ser un bien apetecible", indica un directivo argentino de la petrolera. "La prueba es que, aunque el país no tiene acceso al crédito internacional, la empresa mantiene líneas de financiación garantizada. Los números de la compañía indican que goza de plena salud. Pero es justamente esa situación de solidez la que la vuelve un bocado de cardenal". La misma fuente recuerda que cuando se privatizó YPF en 1992 y cuando fue comprada por Repsol en 1999 nadie se opuso en Argentina. "Y los que menos se opusieron fueron los Kirchner".
La clave de todo es el déficit energético del país por la caída de la producción de gas y petróleo por la falta de inversiones tanto de YPF como de las otras empresas privadas. Los cálculos más realistas hablan de la necesidad de una inversión de 25 mil millones de dólares. El estado argentino no dispone ni cerca de esa cantidad, el cambio en la propiedad de YPF no le garantiza acceso al mercado financiero internacional. ¿Cómo seguirá esta historia?.
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f.l.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias