SEGUNDA ENTREGA

Microcuentos. Segunda entrega. Autores Varios.

27.09.2023

MONTEVIDEO (Uypress) – Publicamos, por orden de llegada, la segunda entrega de microcuentos. Les recordamos a los lectores que podrán hacer llegar sus textos al mail uypressmicrocuentos@gmail.com con sus cuentos con pocas líneas, una frase, un relato. No existe un límite mínimo, lo máximo que puede tener cada cuento son mil quinientos caracteres con espacios incluidos.

Autor: Tabaré Lacosta

Real envido

Si la muerte viene después de la gloria, no tengo apuro.

Valerio marcial (poeta latino).

Mi abuelo nos sorprendió, con la frase, durante el desayuno. Doble sorpresa, nunca emite palabra antes del habano posterior a los postres y lo peor fue lo que escuchamos. En realidad, nos tranquiliza su parquedad, pues a su edad, sus palabras nos meten en ciertos laberintos de la memoria a donde no siempre queremos entrar y de donde no siempre sabemos salir.

-              Anoche hablé con Don Ilario, el del boliche, el que murió hace pila.

-              ¿Qué dijo? - interrumpió Helenita. Todos la miramos reprobatoriamente. Lo que menos queríamos era darle alas a los delirios del viejo.

-              Me dijo que necesitan a uno para el truco.

-              ¿Y vas a ir? - volvió a hablar la imprudente niña.

El abuelo masticó lo que quedaba de tostada.

-              Yo no sé jugar. - y señalando a papá - Te quieren a vos. Jugas mañana con el Ruso Cohen.

 

Autor: Washington Daniel Gorosito Pérez (Uruguay- México).

 

El milagro del agua

Los campesinos, parados en sus parcelas tristes y áridas, pintadas de color amarillo, interminables páramos, esperan...

Sus miradas apuntan al cielo, queriendo reventar de una buena vez los vientres de las nubes turbias, esperando den a luz, el milagro del agua.

La esperanza está en sus ojos.

Lluviosos...

 

En defensa del gol

Los intelectuales aborrecen los estadios.

Ser hincha es profundo, aunque responde a un mero juego.

Excita reacciones buenas y malas que conmueven más allá de lo racional, lo conveniente, lo consabido.

Ser hincha viene de la noche de los tiempos y eso, nunca es poca cosa. Cualquiera que haya gritado un gol inolvidable, perdido entre la multitud en las gradas, sabe que eso viene de una esencia misteriosa de lo humano, que es como inhumano.

Y si el gol Señor Juez, es el orgasmo del fútbol...por eso lo maté.

Por fallar el tiro penal, en el último segundo, dejándome excitado y robarme el placer de gritar Gooooool.

 

Huesos

Los bloques basálticos parecen criaturas que se organizan con mudas miradas. Son los huesos de la tierra. Los temblores son ataques de fiebre reumática.

 

Silencio

Bocas que algún día gritaron, hoy callan su dolor. Sólo buscan descubrir de que está hecho el silencio.

 

Miradas

El hombre se ha transformado en el ciego cósmico. Hay millones de ojos invisibles que piadosamente buscan la mirada de otro ser humano que en forma constante los esquiva.

Miradas que transmiten palabras separadas. Miradas que emiten un verso, una poesía, un libro entero.

Hay un murmullo de silencio que llega a nuestros ojos. Las miradas reales traspasan el tiempo real. El cíclope me observa.

 

Homo Torcidus

El hombre cangrejo te mira serio sin pestañear...Pero nunca va derecho.

 

Te Conozco

Siempre habrá alguien que cree saber de vos más que vos.

 

Autor: J. Gustavo Tochetto

Ella mira la ventana de otras casas. La mayoría en verano las dejan abiertas de par en par, solo con una tenue cortina ocultando sus secretos ínfimos.

A veces hay niños jugando, a veces solo gente aburrida mirando la nada.

Una casa a oscuras le llama la atención, hay silencio a su alrededor.

El muro que separa sus oscuras intenciones es frágil. Ella lo cruza sin sentir perros, ni gritos airados y sigue caminando. Hay una puerta entreabierta, y ve dos cuerpos entregados al placer, cierra la puerta fuertemente, mientras se va sonriendo.

Ellos se tocan suavemente, recorriendo los pequeños recovecos que encuentran.

Se besan con pasión, el calor dejó las ropas en una silla caída. Cuando se encontraron, no pensaron en nada, una puerta olvidada es abierta sin vergüenzas. El portazo los saca de su batalla sin perdedores por un segundo, luego sonríen besándose en el piso, sintiéndose más ocultos en su íntima exposición.

 

Autora: Stella Maris Zaffaroni

En dictadura

El primer recuerdo es la blusa, la seda, el lazo ciñendo el cuello.

Luego evoco la textura de lana de la chaqueta Chanel, y los zapatos negros, hermosísimos.

No me cabe el alma en el cuerpo, ese día cambia mi vida.

Estoy atenta a la voz del juez, mantengo la mirada fija en los papeles que están sobre el escritorio, el juez dice: Tiene que firmar.

Me tiembla la mano cuando firmo.

Entonces se escuchó la sentencia: -Los declaro marido y mujer.

Y el júbilo explota en mi alma.

Hoy el que explota es mi mundo, se lo llevaron de manos esposadas a la espalda, acabo de convertirme en la esposa de un preso político.

 

Autor: Germán Aguirrezabala

El ciclo de las palabras

Cuando las palabras cansan, una nube negra se instala en la mente de los seres humanos y comienzan las precipitaciones que conducen a los atropellos. Luego, sale el sol y las palabras abandonan tímidamente el paladar de sus cuevas para contar aquellas cosas que las dejaron mudas. Las lágrimas corren y se evaporan, transformándose en aquellos cuentos que soplan las velas de nuestra imaginación. Entonces, las palabras se consideran diferentes a la realidad, le ofrecen un descanso; más tarde, se confunden con la verdad... y cansan.

 

Las aventuras de Cerdinando y Ternestina

Llovía suave. El perfume del jazmín visitaba la pieza del fondo, donde, en una radio siempre encendida, cantaba Gardel.

Por uno de esos vericuetos de la política, él había llegado a ser electo Presidente de la República: sencillamente, es muy complicado explicar porqué pudo ocurrir algo así. Ella, por su parte, lo acompañaba como lo había acompañado siempre. Le sirvió un mate y puso más bizcochos en el plato de melamina verde.

Disfrutaban de un momento de paz. Era raro que no sonara el teléfono o alguien tocara el timbre para pedirles algo. Hasta don Ángel, el policía que estaba de guardia en el zaguán, les había pedido con una guiñada "un puestito más arriba".

                -La verdad, Ernestina, es que tengo miedo de equivocarme -dijo Ferdinando, apodado Cerdinando por los periodistas más insidiosos y populares, al verlo algo pasado de peso; eran los mismos periodistas que habían hecho renunciar a los demás y ahora debían conformarse con éste, que no leía los diarios, no miraba los informativos y no se daba por aludido.

                -Y bueno, gordo, qué querés que te diga... -le contestó ella paseando su mirada bovina por el mantel de hule lleno de migas y de marcas, con forma de herradura, dejadas por vasos apoyados quién sabe cuándo- Equivocate nomás, sin tener miedo.

 

Trinity point

Una torre en el medio del desierto es el punto de encuentro de un sinnúmero de fantasmas. Fantasmas ingleses con la soga al cuello. Fantasmas franceses sin cabeza. Fantasmas transilvanos que aun no se pueden sentar. Fantasmas americanos nerviosamente apoltronados en sus sillas eléctricas. Fantasmas de la ópera y hasta el mismísimo padre de Hamlet. Algunos vienen arrastrando sus cadenas, otros saboreando el arsénico de su último bocado. Algunos abandonaron sus castillos inhabitables, otros dejaron de visitar en los sueños a sus asesinos. Algunos de ellos no se veían desde hacía mucho tiempo, otros no se vieron ni se verán jamás. Se contaban por decenas, centurias y milenios. Muy pocos se perderían este espectáculo. Es la primera vez en la Tierra que tienen la posibilidad de observar algo más terrorífico que ellos mismos. Son las 05:29 del 16 de Julio de 1945.

 

 

La roca ignota

Había una vez un barco que casi se hunde sin saberlo. Podemos decir que las almas de sus tripulantes y pasajeros se salvaron gracias a que ninguno supo lo cerca que pasó el casco de esas rocas, afiladas como cuchillos. No ignoran el sueño los dormilones, la música los bailarines, las estrellas los navegantes, mas las rocas... Las rocas están allí representando al Universo, que no es malo ni bueno mientras pasa a unos centímetros de nosotros sin darnos cuenta.

 

Reflejo de horror

Sentada, de espaldas a la puerta, la niñera escuchó un crujido en el corredor de la casa oscura y solitaria. Sintió de nuevo esa presencia repugnante y un rápido movimiento de sus pupilas le permitió ver lo que nunca debería haber visto: una figura escalofriante, reflejo de horror, en el pequeño espejo del alhajero. Quedó paralizada. Abrió la boca y con un mudo alarido pudo observar las fauces del mismo infierno. "¡Dios mío, los niños!", pensó, y sus rodillas temblaron sin control: "¡El monstruo no quiere testigos!". Lentamente extendió la mano y tomó el cuchillo que yacía junto a la bolsa donde había guardado las joyas robadas. Las sombras en nuestro interior son insondables.

 

Cosmo(a)gonía

En el Principio, existió un Ser. Infinito. Más que eso. Eterno. De sus pies surgió la tierra. Él se hizo más pequeño. Apenas una partícula más pequeña que el infinito. Tan solo un instante menor que la eternidad. De su nariz brotó el aire respirable. En su calor estuvo la génesis del fuego. En su sed, el origen del agua. Él cada vez más pequeño. Con cada acto, menos eterno. Sus ojos dieron a luz los colores, derramándolos sobre la tela negra del espacio. Sus oídos liberaron a los sonidos, presos en el vacío. Sus manos constituyeron todas las cosas, suaves y rugosas. Semi infinito y semi eterno. De su boca afloró el gusto por la verdad y su ausencia. De su mente, esta agonía creadora. Ese ser, ahora reducido a lapso y segmento, tiene tu nombre.

 

El mensaje del Mesías

"¡Hey! ¡Hagan como yo, que no hago lo mismo que ustedes!", eso les digo. Y así, eternamente, se mueven en círculos: cuando están en las tinieblas los atraigo con mi luz y cuando tanto albor los encandila es mi sombra la que los tienta.

 

Tiempo atrás

Lentamente los escombros vuelven a su lugar; las cenizas se transforman nuevamente en impurezas de los materiales combustibles; el oxígeno retorna al aire y el carbono a las telas, maderas y papeles; las ampollas se cicatrizan y las pinturas palidecen; el fuego se extingue; los tejidos encarnan, los huesos se sueldan, los miembros se unen. La onda que era expansiva ahora se contrae, se concentra en el interior de un automóvil que endereza sus metales retorcidos mientras sus cristales se rearman como un puzzle tridimensional. Se escucha un ¡MUB! y se invierten una serie de reacciones químicas en cadena hasta que reaparecen, molécula por molécula, cuarenta kilogramos de explosivos. El detonador se traga su chispa; una señal de radio viaja desde allí hacia un aparato con un botón; el botón rechaza el dedo pulgar de un hombre nervioso. Otro hombre, dentro de la casa frente a la cual se encuentra estacionado el vehículo, le devuelve la piel a una pera con ayuda de un cuchillo que hace deslizar en sentido contrario a su filo; la mirada de este hombre se aparta de un reloj que hace tac-tic colgado en la pared, mientras se le va de la mente, otra vez, esa sensación de que lo han usado como chivo expiatorio. Tac-tic, giran incansablemente las agujas en sentido anti-horario. Una lágrima sube cuesta arriba por la mejilla del hombre nervioso, que piensa en lo que el otro le hizo a su familia. Venganza. Ojalá pudiera volver el tiempo atrás, pero eso sólo es posible en un cuento.

 

El precio de la fama

La Fama yacía coqueta, algo escorada a hacia su estupor, luego de encallar en un fondo de rocosas verdades. Ninguna de ellas figuraba en las cartas náuticas de sus admiradores. Había creído, como tantas otras, que su pleamar duraría más de quince minutos. Ya lejos de las brisas, a las que se había acostumbrado, permanecerá hundida, muy cerca del Glamour, entre los rumores que provocan las Holas olvidadas en una peluquería.

 

Autor: Luis Alberto Gontade Orsin

Cara a cara

Un sofisticado vestido largo de seda negra, generosamente escotado y suavemente plegado sobre los empeines (desiguales), torna más pronunciado el cenceño adusto de la portadora, lánguidamente recostada

sobre la baranda de la escala de mármol que conduce al espacio enjardinado.

El pelo oscuro y brillante (peinado con gallardía) se distribuye en partes iguales a instancias de una raya milimétrica que le cruza la cabeza y remata, con pulcritud de esteta, en el comienzo mismo de la nuca, conformando un moño atravesado por dos punzones de madera labrada.

Con la mirada perdida en el pomposo rosedal, sostiene el cigarrillo cerca de la cara. Una pizca de desconsuelo (aún) la incomoda no obstante haber tomado algunas providencias en el entendido de que los detalles a resolver son apenas de carácter instrumental.

El otro brazo, corto y deforme, roza la manga especialmente diseñada.

Asoman del borde dos deditos monstruosos.

Una paloma se posa a prudente distancia; tras observar nerviosamente que el entorno no le ofrece mayor interés, retoma al vuelo barullento posándose suavemente tras breve planeo, en el verde tierno.

Se distiende con serena languidez. Curva una ceja; los ojos grises apuntan (ahora sí) al blanco correcto. Con la decisión tomada opta por disfrutar, con voluptuoso afán, el soplo fresco de la tarde que fenece y aguardar el curso de los acontecimientos.

Apaga con un medio giro de la sandalia la colilla amarillenta al tiempo que observa con con atención concentrada las uñas de la mano útil.

La tarde noche crepuscular recorta su trágica silueta, ligeramente orlada por un refulgente tono damasco.

Con pasos cortos y silenciosos se le acerca por detrás un hombre de aspecto mundano, rechoncho y cárdeno.Viste un impecable traje de ejecutivo y corbata de seda con el nudo resuelto negligentemente.

Ella presiente la cercanía sin realizar gesto alguno.

El recién llegado le rodea con suavidad la cintura y atina un beso en el cuello (suavemente perfumado).

Responde con desdén, desliándose bruscamente.

- Sabes que me desagrada sobremanera este tipo de sorpresas.

Recorre un pequeño tramo penando, a ojos vista, por los huesos de la cadera.

Desde la puerta recorre con la vista el suntuoso decorado del salón principal reparando con placer en la magnificencia de la cristalera de roble lustrado.

Toma asiento en una pequeña banqueta. Tras recorrer estentóreamente el teclado de un piano de concierto pulsa, tras significativo silencio, algunas notas de profunda melancolía.

Él la ha seguido en silencio guardando prudente distancia.

- Te muestras excesivamente reticente, no entiendo. Sabes que viajé por negocios... buenos y suculentos que nos involucran. Ese ha sido el pacto desde siempre; me preocupa tu actitud despreciativa luego de unos pocos días de ausencia.

Gira la cabeza y lo escruta con odio reconcentrado. Vuelve al pianomordiendo las palabras:

 - Es muy cierto...soy tu socia y a los dos nos envuelve la ambición, el dominio sobre las personas. Sí, somos escoria, pero también soy tu esposa y sé muy bien donde estuviste "revoloteando" estos últimos días.

 Vuelve el semblante sin dejar de demostrarle desprecio...

 - No sé qué quieres decir, pero en fin... pasaré al baño y luego me serviré un whisky... si me lo permites.

Hace mutis soportando el peso de la humillación.

Sin prestar el menor interés a los dichos de su esposo, baja la tapa del instrumento con sutil intención. Encamina sus pasos hacia un cuadro en la pared, lo toma de un borde y lo gira hacia sí. Acciona el mecanismo de la caja de caudales y extrae reservadamente los objetos de su interés.

Ocupado en sus quehaceres inadvierte los movimientos de la mujer.

Cuando se da vuelta un revólver de grandes dimensiones lo apunta.

Cuelgan dos pares de esposas  del brazo que lo sostiene. Se las arroja a los pies.

- ¡Siéntate en esa silla!

- Quédate tranquila... ¡tranquila ¡No sé cuáles son tus propósitos, pero no haré nada que te ofusqué.

- Ahora te esposarás los pies rodeando con la cadena una de las patas de la silla. Cumplido, introducirás los brazos entre los travesaños y te quedarás quieto. Con ambas manos ajustarás el otro par a tus muñecas. Extremáte lo posible, marica miserable.

 La víctima cumple juiciosamente con las instrucciones no sin ser sacudida por un profundo calambre en los brazos.

- Bien, ahora vamos a resolver nuestros problemas...

Con medido sigilo toma asiento en un sillón enfrentado. Apoya la boca del caño en el espacio del sexo; observa por unos segundos la bellezasiniestra del arma la cual es dirigida luego, impensadamente, al brazo inútil... Busca serenarse, es imperioso.

-   Esta situación que entraña nuestras vidas y afecta mi tranquilidad, ya ha extralimitado los parámetros de la indiferencia y la convención cortés que hemos acordado de buena fe, sin proponernos rendir cuentas de nuestros actos a nadie. Es el mundo que hemos elegido; somos conscientes que nunca nos atrajimos y nuestro "casamiento" fue una farsa abyecta, sustentada en meros intereses asociados con el propósito de satisfacer nuestra inagotable codicia.

No tengo por qué ocultarlo y siempre me importó muy poco interpretar este papel de "esposa", sórdido y patético que se llevó mi vida. Me rechazas en la cama, no solo porque mi presencia mutilada te causa aprehensión sino porque tu verdadera existencia, vacía e indecente, la ocupan otros hombres con los cuales satisfaces deseos desnaturalizados. Pero a esto le vamos a poner fin ahora mismo pues, entre otras cosas que incumben a mis deformidades, soy objeto de mofa y escarnio por tus extravagancias prostituidas.

-    Pe...pero escúchame. Soy consciente de "ciertas desprolijidades" pero prácticamente... me he dedicado a los negocios que por cierto me han alejado inconvenientemente de ti, pero no puedes hacer un juicio tan tajante acerca de mis inclinaciones, digamos...

 - No tengo interés en escucharte; soy artífice como tú de este sainete. No eres el único responsable. Que el azar decida quién debe continuar.

 - ¿Que arrebato te está consumiendo mujer? No entiendo nada.

 - No hace falta que entiendas. El juego al que habremos de abocarnos lo abro yo y pronto comprenderás de qué se trata.

Con gran esfuerzo y dominio de la situación vuelca dentro de un cenicero irisado las balas del tambor, luego lo recarga con una volviéndolo a su lugar con un movimiento preciso de la muñeca.

Un vaivén siniestro y lujurioso ocupa lentamente la boca del arma dirigida a la nariz de la víctima. Ésta la mira con una mueca de terror no excenta de frugal curiosidad.

- Creo que nos haría falta un director de escena, pero daremos lo mejor de nosotros por montar el espectáculo de un modo asaz meritorio.

Un rizo se desliza sobre la frente; grandes gotas de sudor invaden la cara del hombre, invadida por el pánico.

- Tu miedo me asombra. ¿Sabes que pienso?... pienso que todos los anhelos y frustraciones que han marcado nuestra infeliz existencia mudarán en personajes de opereta que justificarán nuestro acto final.

Puedo percibir incluso la unidad inexplicable que los sella. Nada de esta charca en que nos revolvemos, pertenecerá a los dos. En mi caso, nuestro vergonzante convenio terminará dramáticamente de un modo u otro, esta noche misma. Si tú mueres, recargaré totalmente el arma para terminar también con mi vida. Si ambos no morimos con las primeras seis tentativas, recargaré y me eliminaré.

Tal el injusto resto de piedad que te reservo. Bien, basta de palabras...y que hablen las balas.

Sonriendo con resignación sujeta el arma (por el caño) entre las rodillas, hace girar el tambor y y la acerca a la sien. Acciona el gatillo...

El siniestro "clic" da lugar a un llanto desesperado y ruegos inútiles.

- Bueno... no es mi día de suerte, ahora veamos qué pasa contigo. Quiero que sepas que siempre sentí asco por ti. No eres un hombre de honor, ni siquiera un sodomita respetable.

- ¡¡Por favor no lo hagas¡¡ Te cederé todas mis acciones... me iré con lo puesto y no me volverás a ver!!! No lo hagas...¡¡¡Noooo¡¡¡

Apoyó el arma en el ojo desorbitado..."Clic".

- El diablo te ampara maldito.

Toma un pañuelo y se seca con precaución el sudor de la frente y nariz. Deshace el rodete que inmediatamente le cubre desordenadamente los hombros. La mirada adquiere un brillo feroz...

 

-   ¡!Agustín! por amor a la Virgen...vente urgente que por aquí ha pasao una catástrofe. La señora está tirada ...no sé; y el señor pega unos gritos atroces sujeto a una silla sin poder moverse. Le he dicho que aguarde y que me ha insultao. Ten a bien dejar todo lo que estás haciendo y allégate hasta aquí hombre...o me volveré loca. Entretanto llamaré a la poli...

¿Qué dices? Está prendio a una silla con esposas; cómo pretendes que una.., retonto.

 

El dolor de una ilusión

Un pollerón gris cubre hasta debajo de las rodillas sus piernas muy blancas, bien torneadas; apreciables a pesar de loszapatos de colegiala que lucen todas ellas.

La parte superior de la túnica sugiere un busto compacto y las suaves líneas de la cintura una silueta femenina no desdeñable.

Calza lentes de montura fina y sus hermosos ojos negros disparan chispas por acción de los reflejos del sol.

 

 Ocupa un asiento frente a mí. Aunque volqué mi atención al paisaje ciudadano, no podía (aunque lo intentaba con desconcierto) desviarla mucho tiempo de esa discreta mujer, de cabello velado por una tela blanca hasta la mitad de la frente. Descansa en su regazo un  portafolios de cuero marrón y una rosa roja de tallo largo.

Nuestras miradas se cruzaron varias veces y en cada ocasión bosquejaba un gesto sutil de aprobación. Yo sentía -desdichado de mí - pujar en mi interior el deseo descabellado de decirle que la amaba sin comprender, que lo hubiera dado todo a cambio de tomarla ahí mismo entre mis brazos y llevármela lejos, muy lejos...

En cierto momento tomó fuertemente el crucifijo que pendía de su cuello, lo miró como conversando con él, luego, más distendida, lo dejó reposar suavemente.

A cierta altura se levantó para abandonar el ómnibus, no sin antes entregarme (para mi azoro) la rosa y confiarme en un susurro: "Si luego aún me recuerdas practica un agujero al pie de un árbol, guarda nuestro secreto y tápalo con barro".

 

Autor: Abuelo Aniceto

De fantasmas

O como lograr que un desvío en la atención favorezca nuestro relato.

En educadores, en políticos, en vendedores de baratijas, etc. etc. el llamar la atención es clave para sus objetivos.

Lo mío era tal vez más trivial para el mundo, pero para mí era importante.

Mis nietas, mellizas, creo que en el tiempo que transcurre este relato tenían 6 o 7 años, y ellas y sus padres me habían invitado a pasar unos días de playa junto a ellos.

Llamar su atención no era asunto sencillo, porque en su mundo sus centros de preocupación transcurrían muchas veces hacia asuntos que no imaginamos y que por nuestra falta de preparación abuelística nos toman de sorpresa.

Me propuse partir de su mundo: -tengo un fantasma amigo- les dije. La repuesta fue al unísono de ambas: ¡los fantasmas no existen!, ¡Como que no existen!: existen como existen las princesas, las sirenas, como Herry Potter. Pero además siguiendo ciertas reglas Uds. también van a poder hablar con él.

La propuesta las entusiasmó. Tito se llama el fantasma, los amigos le llamamos: Fantastito. Ahora para hablar con él hay que seguir ciertas reglas. -Si Uds. están interesadas en entrevistarse hago las gestiones y les digo como hacer. El acuerdo fue inmediato.

Al cabo de un tiempo llegué con las instrucciones necesarias para que ellas pudieran al fin entrevistarlo.

Tito tiene un espacio de tiempo a partir de la próxima madrugada: una y cinco, y Uds. deben llamarlo de determinada manera para que el acceda a la entrevista.

Uds. deben decir: Bien Tito, teniendo especial cuidado en que las dos palabras queden bien separadas en la pronunciación, porque si las dicen juntas: bientito, el puede entender que le están diciendo que se vaya: vientito.

Al cabo de unos días -ya no estaba en la playa- me llaman para decirme que se habían quedado dormidas y que por lo tanto no pudieron hacer la entrevista, me pedían gestionara una nueva entrevista y que les repitiera la clave porque no se acordaban.

Les expliqué que de acuerdo a lo resuelto en el último congreso de fantasmas, las claves no se pueden escribir ni pasar por teléfono, u otro medio de comunicación, deben ser de persona a persona (*).

En eso estamos, yo gestionando con mi amigo Fantastito una forma más fácil de acceso y mis nietas a su intensa agenda de actividades partiendo de los años escolares.

(*) Estoy violando la regla al escribir la palabra clave, pero sepan perdonar en aras del relato, que creo lo vale, y además porque los años pasan y estos desvíos de atención a ese nivel son menos posibles.

 

Autora: Estela Demarco

Fuerza vital

Esta noche hago cualquier cosa porque es la última. Mañana me voy a matar.

Eso pensé ayer cuando decidí hacerle caso a mi amiga. "Touch and go" dijo, dale, proba.

Hoy me desperté despeinada de amor. La vida me abrazó.

 

Autor: Carlos Pérez

1

Yo hablaba de ardillas que recorrían su cuerpo, pero ella me hablaba de mariposas que sobrevuelan jardines floridos. "No compaginamos" -me dijo- y se fue de mi vida.

 

2

La mujer desconfió de la historia contada por su marido, cuando a la mañana siguiente él regresó perseguido por miles de mariposas blancas. Se sabe que ese tipo de mariposas sólo puede ser visto por ojos femeninos.

 

3

Ella consultó al sicólogo y trajo la respuesta a nuestro problema:

- Tú eres bipolar y yo soy bisexual. Esa dualidad cruzada nos mata.

 

4

-Tú ya no me quieres- afirmó ella

- ¿Cómo lo sabes?- pregunté

- No lo sabía- me respondió, y se fue para siempre.

 

5

El hombre abrió la ventana, miró la altura de la luna llena, muy brillante sobre el horizonte marino del pueblito costero, y se dijo, con semblante triste: Hoy ella ya no vendrá; su marido no saldrá esta noche. 

 

6

Él le miró a los ojos y le pareció ver en ellos una lejana señal de amor. Le bajó  los párpados, le besó la frente, cerró el cajón y dijo a sus hijos: Llevémosla al cementerio. Ya es tarde.

 

7

- Yo soy de Piscis, ¿y vos? - consultó ella.

- De Sagitario- contestó él

- ¿Nos podremos llevar bien en la cama?- preguntó ella

- No lo sé, pero razonemos: ¿Tu marido de qué signo es?

 

8

- ¿Me amas? - preguntó él

- Mucho- contestó ella

- ¿Hasta dónde?- requirió él

- Hasta nunca- dijo ella, y se marchó para no regresar.

 

9

- ¿Me amas? - preguntó ella

- Si, mucho- respondió él

- ¿Hasta cuándo? -requirió ella

- Hasta que la Muerte nos separe.

- Escucha: golpean la puerta. ¿Quién será?

- Es la Muerte; me dijo que vendría hoy.

 

 

 

10

Volvió del psicoanalista y dijo a la madre:

- Tengo complejo de Edipo no resuelto.

- No es cierto- dijo la madre- Hace más de 20 años que hacemos el amor. Ese tema está resuelto.

 

11

Por favor sea breve, dijo, y se entregó a los tormentos que le infringió el torturador. De sus labios no salió ninguna palabra más, durante los cuatro meses en los que fue sometido a las más infames vejaciones.  

 

12

Por la ventana delantera vio la luna enorme y blanca, cubriendo todo su  horizonte visual. Por el espejo retrovisor, vio la Tierra pequeña y azul, ya sin la línea amiga y protectora de la Muralla China.

 

13

La sala de espera está llena de gente. El hombre sale del consultorio del médico, regresa a la puerta y pregunta, con voz muy alta:

-¿Cómo dijo, doctor? ¿Capricornio?

El médico, desde adentro, responde con voz muy fuerte:

- No, Cáncer.

 

Microcuentos
2023-09-27T06:52:00

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias