SEXTA ENTREGA.

Microcuentos. Sexta entrega. Autores Varios.

08.11.2023

MONTEVIDEO (Uypress) - Publicamos, por orden de llegada, la sexta entrega de microcuentos. Les recordamos a los lectores que podrán hacer llegar sus textos al mail uypressmicrocuentos@gmail.com con sus textos con pocas líneas, una frase, un relato. No existe un límite mínimo, lo máximo que puede tener cada cuento son mil quinientos caracteres con espacios incluidos.

Autor: Ronaldo Cunha Dias

Como prueba de amor ella pidió y él dio. El cielo, la Luna, las estrellas, las maravillas del cielo, las riquezas de la tierra. Sólo dejó de hablar cuando ella le pidió la contraseña de su teléfono celular.

 

Autor: Teti (Bernadete I.P. Kipper)

¿Qué tan grande es tu sueño?

Creo que es inconmensurable.

Porque aunque sea invisible a la vista, los caminos están aquí, allá y en una infinidad de lugares. Sueña... Permítete.

 

Autor: Walter Parada

Título: Duelo

El cortejo caminaba por un sendero que parecía un callo en la tierra, una cicatriz dura que las caminatas habían condenado a la infertilidad de esa triste tierra. ¿Que tierra mas triste que la de un cementerio?

Aunque cayeran mil diluvios esa tierra jamás serviría para otra cosa que bienvenir muertos.

El cuerpo que se movía al compás de los pasos dentro de la caja de madera, había recibido el balazo cerca de un ojo, pero él estaba seguro que también le había dado al otro. Antes de que las luces se le apagaran del todo le pareció ver al otro tambaleándose, la mano sin arma moverse hacia el pecho, por ahí, donde el corazón se escuda detrás de las costillas.

Acompañaron por un trecho algunos perritos, con sus cabecitas gachas y esa mirada que tienen los perros cuando saben que la cagaron. Un gesto que no se termina de entender si es de culpa, de tristeza, o las dos.

El muerto ya le había advertido que no se metiera con Ursulita, pero parece que el otro no midió bien las palabras.

- Oiga mocito, necesito que usted sepa algo.

El otro lo miró y quedó inmóvil, como apresado por la incertidumbre, esperando enterarse de lo que quería el sargento.

-Me han llegado rumores de que usted anda mostrando algún interés en la señorita Ursula, ¿Es verdad eso?

-Es una muchacha muy bonita...

-Lo que le pregunté no es eso.

- ¿Y que quiere decir con algún interés, si se puede saber?

-No se haga el tonto, cabo, usted sabe de que le hablo.

-Pues no señor, no lo sé.

-Mire, para que le quede bien claro, no quiero siquiera que se le acerque, ¿está claro?

-No veo por qué no debería acercarme, usted puede ser mi superior pero nadie puede mandar en mi vida privada, dicho esto con el mayor respeto señor.

Y las cosas se fueron como por un acantilado, sin orden ni prolijidad alguna. Sacaron lo mas rápido que pudieron las armas, sabiendo que tal vez era la última acción de sus vidas. Una explotó la frente, cerca del ojo, del Sargento, la otra dio en una billetera de cuero que el cabo guardaba en el bolsillo de su chaqueta, con un par de billetes, alguna moneda y la foto de Ursulita.

 

Autor: Carlos Pérez

Las cosas de ahora ya no son como las de antes               

El incendio de nuestra vieja casa familiar lo consumió todo. Fue una tragedia. Con la ayuda de vecinos solidarios pudimos recomponer el rancho y comprar el mobiliario imprescindible para seguir viviendo. Lo único que no logramos sustituir fue la mesa de cedro de la abuela Margarita. Era una mesa hermosa, heredada de sus antepasados españoles. La vieja lloró mucho. Los hijos y nietos nos esforzamos y conseguimos otra de la misma madera. Era un lujo la nueva mesa, pero la viejita se puso terca. "No la quiero, no es de cedro". Hubo que llamar al viejo Castillos, carpintero de oficio. Castillos confirmó que era de cedro y explicó las diferencias entre una madera nueva a una con mucho uso. La abuela menguó su resistencia, pero no se quiso entregar sin lucha:

-Está bien, déjenla-rezongó, mirando de reojo a su nueva mesa- Y luego agregó, con voz baja pero lo suficientemente clara para que le escucharan los más cercanos.

-¡Pucha carajo! Es que ya ni el cedro viene como antes. 

 

Los rivales también juegan.

Feola, entrenador del seleccionado brasileño, previo a una partida por la final del mundo, llamó a Garrincha en un aparte y le instruyó:

-Mire Garrincha, usted agarra el balón que recibe del marcador, se va por la banda lateral, elude a dos rivales, lo tira para adelante, pica a toda velocidad, elude al back derecho, luego al izquierdo, llega a raya de fondo y desde allí tira el centro. Pelé justo en el punto penal, pronto para meter la pelota adentro. Ya hablé con Pelé. 

El histórico puntero derecho brasileño miró al técnico, miró al campo de juego y el trazo por donde, según Feola, eludiría a los rivales y preguntó:

-Me diga, patrón: ¿y con los rivales ya habló?

 

Mesianismo.

El "Mesías" ("el que vendrá") es alguien que siempre está por venir, su llegada futura se desprende de su propia definición. Un oxímoron ostensible sería afirmar que "el Mesías llegó", una contradicción en el propio enunciado de la frase. Algo mesiánico es algo intemporal e imprevisible, algo a acontecer que no puede acontecer. Siempre estará "por venir", o deja de ser el Mesías.

Hace 2 mil años un hombre se acercó a Jesús de Nazaret, observándolo con mucha curiosidad mientras el Hijo del Señor hacía su conocida prédica. El corto diálogo fue el siguiente:

-¿Vos sos el Mesías?

-Sí, buen hombre, soy yo.

-Y decime che: ¿Cuándo vas a venir?

 

Autor: Juan C. Álvarez

Mejor amigo

Mientras la voz oriental cantaba a viva voz aquello de "que desde que yo era mozo no tengo perro" ... de pronto, sin aviso previo, me pasó algo que nunca me había ocurrido. Quedé como oyendo un ruido.

No uno de esos ruidos cacofónicos, ensordecedores, aturdidores, sino uno distinto, más amplio y envolvente, profundo, uno que alerta sobre otro tipo de silencio, uno que puede ser más áspero y fuerte que los sollozos.

Y absolutamente sumergido en esa temerosa ausencia de certezas traté de pensar y ordenar mis ideas.

Uno: No me gustan los perros atados. Mucho menos encadenados.

Dos: No me gusta andar recogiendo las cagadas de perro.

Tres: Apenas alcanzo a relacionarme con mis vecinos como para andar aprendiendo si el can es educado o no. Y, además, de que términos de "educación" hablan cuando siempre se trató de ¡adiestramiento!

 Cuatro: Costos

  • Chips y empadronamiento
  • Seguro médico
  • Vacunas
  • Alimentación, incluyendo veganos, para cagar redondito y sequito como una oveja
  • Outfit de cueros, arneses, bozales, etc.

Cinco: ¡Pobre bicho!, hecho para correr y ladrar libre al natural.

Fue justamente ahí, no puede nunca saber cuánto tiempo llevó el razonamiento, pero, como si hubiese estado preparado, coordinado, el cantor culminó su canción:

"Y ahora que soy grande tampoco tengo" ...

Natural, me dije.

 

Autor: Esteban Valenti

A la sordina

Carlos la sufrió en carne propia. En la historia no tiene gran relieve. Se produjo un siglo y medio antes de la Revolución Francesa. Comenzó por razones de impuestos y religiosas, los protestantes acusando a la corte de Londres de papistas, pero terminó siendo una revolución por la propiedad privada, contra la pretensión del rey de apropiarse de las riquezas de sus súbditos, hasta que rebasó el vaso y explotó la insurrección, encabezada por el parlamento. Le costó la cabeza a Carlos I y los soldados calvinistas de pollera y gaitas de Escocia jugaron un papel fundamental en reconquistar el derecho a la propiedad privada. Ese era el verdadero dios y no el rey. Hice una encuesta en mi clase de historia de la facultad y casi nadie conocía esa revolución, aunque su bandera sigue flameando sobre los mástiles de todo el mundo.

Mudanzas

La abuela estaba paseando a sus nietos por la ciudad y cuando cruzó el cementerio comentó que tenía una casita comprada dentro de ese predio. Su nieto más pequeño de apenas seis años le preguntó lo más lógico: cuando pensaba mudarse a esa casita nueva. La abuela se alejó velozmente.

Un destello de color

Allí donde se unen el sol, la tierra y la vid mana un líquido mágico que se distingue con  el paladar, la lengua, la nariz y los ojos.

Infalible

Se sentó frente a la computadora, ante la voracidad de su pantalla y su teclado, dispuesto a escribir un nuevo best seller. Recién allí se puso a reflexionar sobre el tema de su nueva obra. El estilo lo tenía muy definido, su fama también era una roca. Decidió seguir por el camino ya trillado. ¿Para qué arriesgar? Tenía que alimentar a su público y a las previsiones catastróficas, las verdades más superficiales, las respuestas esperadas y casi conocidas eran su capital. Así que se puso su armadura medieval y lanza en ristre la emprendió contra muchos enemigos del mundo actual y los derrotó con los mismos mandobles distribuidos en los siglos XIV y XV, lo importante era no dejar dudas. Ya había demasiadas. Lo fundamental era vender, libros e ideas.

Protegido por el cielo

Un emperador celestial, al frente de un país de oriente, en pleno siglo XX se dio a conocer porque su nación atacó arteramente una base naval en Pearl Harbour y por las dos bombas atómicas lanzadas en su territorio, pero casi pasó desapercibido por  el asesinato de 20 millones de personas en China, la mayoría eran familias  enteras de campesinos o habitantes de Nakin. Junto con los nazis fue el mayor holocausto de la guerra, incluyendo experimentos masivos con seres humanos y cientos de miles de  mujeres chinas y coreanas arrastradas a los campamentos militares para ser prostituidas a la fuerza, los samurái verdaderos se habrían muerto de vergüenza.

El jefe supremo japonés fue excluido de todo juicio, de todo castigo y continuó al frente de nación hasta su muerte siguió viviendo imperturbable en el Kokyo, el Palacio Imperial de Tokio, rodeado de cerezos en flor. No hay dudas que algún dios todopoderoso lo protegió, incluso del oprobio que merecía y merece, lo que lo salvó fue su capacidad de allí en delante de arrodillarse ante otro imperio que ganó esa guerra y ocupó el Japón.

Microcuentos
2023-11-08T14:28:00

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias