TERCERA ENTREGA
Microcuentos. Tercera entrega. Autores Varios.
04.10.2023
MONTEVIDEO (Uypress) – Publicamos, por orden de llegada, la tercera entrega de microcuentos. Les recordamos a los lectores que podrán hacer llegar sus textos al mail uypressmicrocuentos@gmail.com con sus textos con pocas líneas, una frase, un relato. No existe un límite mínimo, lo máximo que puede tener cada cuento son mil quinientos caracteres con espacios incluidos.
Autor: Francisco Bonilla
La nave de los locos
La jovencita se moría de frío en el crudo invierno nipón mientras esperaba su transporte. Era un "B" no sé cuánto. Buscó el calor de un homúnculo de los que entonces comenzaban a verse en los suburbios de Osaka, creados para sustituir al hombre en los trabajos más pesados o insalubres. El aire poco respirable de la ciudad, por alguna razón les afectaba más que a los humanos, por lo que debían munirse de un equipo apropiado para poder respirar. No eran ellos mismos que se los proveían, sino quienes los habían creado o los que figuraban como legítimos propietarios en los registros de semovientes. Considerados prácticamente como objetos, casi como lo fueron los esclavos negros hasta el siglo XIX. Eran seres útiles, aunque desprovistos de inteligencia. Pero no había maldad intrínseca en ellos y sólo cometían atrocidades si su amo se lo ordenaba. Por eso la chica se le acercó sin temor procurando refugio. Tanto que su cuerpo parecía confundido con el del homúnculo.
Un sonido algo grave y continuo les acercó la esperanza que llegaba el transporte esperado. Pero, no era sin embargo otra cosa que el triste y lento pasaje de lo que se conocía como "La nave de los locos", parodiando quizá sin saberlo la obra de Pío Baroja que lleva ese título. Se trataba sí de una nave que se desplazaba por el aire a poca altura hacía décadas, llevando consigo a resucitados alquimistas judíos de la Praga medieval que jugaban entonces a crear sus golems, antecedentes cercanos de las copias de hombre de ahora. La nave no podía detenerse en lugar alguno y parecía renovar los hechos de la embarcación SS St. Louis, también repleta de judíos a los cuales nadie quería recibir. Castigos divinos que se clonan y asocian en el tiempo, saga quizá iniciada por el mito antisemita del judío errante, condenado a vagar por el mundo por negar agua a Jesucristo camino a su crucifixión.
Autora: Gladys Parodi
Leyó: "Sin electricidad hasta mañana"¿Vamos al cine, amor?
El alacrán trepó por la almohada de Martina. Sus patas se enredaron en los cabellos de la niña que estaba profundamente dormida.
Se lo habían ordenado, no podía fallar.El detonador le enfriaba la mano. Apretó.
¡Carmela, el arrojarte al vacío...! No me oyó
¡Vamos amor! ¿tú arriba? ¡no! tú, le tengo terror a los altillos.
Llegó más temprano de lo habitual. ¿quién había matado a quién?
Autor: Julio Sarotto
Yo, que fui cuidada desde antes de venir a este mundo, arropada, llena de calor necesario para desarrollarme, perfumada y vestida al fin con los mejores rojos de mi vida; yo la exultante, brillante y más hermosa con mis curvas, la más mirada y la más deseada, no puedo terminar así.
Por culpa de ese p lomo de burro que me hizo saltar por encima de la baranda en que venía y caer al suelo, a la calle...
La manzana rodó por la calle y terminó aplastada por la rueda de aquel camión que ni se enteró de su efímera existencia.
"Un arcoiris de un solo color"
Por Julieta Bareño Sciambra - (Edad 7 años y 9 meses)
Había una vez un arcoíris que tenía solo color: Amarillo. Siempre preguntaba a sus amigos si habían visto a varios colores pasar. Esos colores eran Rojo, Naranja, Verde, Azul, Lila y Morado.
Siempre le respondían que no.
Hoy jueves, el color Amarillo fue a preguntarle a su amigo el Cocodrilo:
¿Oye Cocodrilo, has visto algunos colores pasar? Y como siempre le respondió que no.
El viernes, fue a preguntarle a su amiga la Abeja y le preguntó:
¿Oye Abeja, has visto algunos varios colores pasar? Y la Abeja, con una voz chillona, le respondió que no.
Arcoíris se despidió y se fue por su camino.
El sábado se encontró con el hermano de su amiga la Abeja, al cual conocía, y Arcoíris le preguntó:
"Oye Nacho, ¿has visto algunos varios colores pasar? Y como siempre, la respuesta fue no.
El domingo fue a preguntarle a su amiga la Hormiga Roja y le dijo:
Hola, Hormiga Roja, ¿has visto pasar algunos varios colores? Y como siempre le respondió que no.
Pero, le dijo: yo conozco a alguien que sí vio tus colores pasar. Y Arcoíris le preguntó:
¿Y quién es ese que vio mis colores pasar?
La Hormiga Roja le contestó: es la Polilla!!!
Bueno, seguiré por mi camino hasta llegar a la casa de la Polilla. Se despidió y se fue.
El lunes terminó su camino y llegó hasta la casa de la Polilla y le preguntó: ¿Oye Polilla tú has visto mis seis colores pasar?
Al fin obtuvo por respuesta un sí !!!
Arcoíris entonces le pregunto: ¿y dónde fueron los colores?
La Polilla le respondió: sigue derecho y a 20 metros dobla a la derecha.
"VOY PARA ALLÍ!!!" Chau!!!
MORALEJA: "Si te esfuerzas en ponerle más colores a tu vida, siempre habrá alguien que te ayudará"
Autor: Gustavo Guarino
El Barrendero
Lima era uno de los mejores barrenderos del servicio de barrido de la Intendencia. Con sus casi sesenta años siempre de buen humor, recorría su zona con su carrito, pala y escobillón. Tenía asignada una buena parte de la calle Herrera que, a pesar de la dificultad que generaban los plátanos, siempre la tenía como jaspe. Y no solo la calle, también barría las veredas y si dejaban abierto algún garage también lo barría. Los vecinos lo querían mucho; era común que lo invitaran con torta o un refresco, y alguna propina.
Eso generó malestar en su capataz, que no toleraba ese aprecio vecinal, a tal punto que un buen día lo cambio de lugar, lo mandó a barrer al otro lado del pueblo.
Como director del área de la que dependía el barrido, me avisan que una delegación quería verme, eran los vecinos de la calle Herrera para pedir que Lima volviera. Me resultó fácil satisfacerlos, ya que tampoco me gustaban las decisiones autoritarias del capataz. El lunes siguiente ya estaba de vuelta barriendo en su zona.
Varios meses después, paso por una calle alejada y encuentro a Lima barriendo, le pregunto: "Qué pasó, lo volvieron a cambiar? "Y me contesta: "No, Director, estoy de licencia y cuando estoy de licencia barro donde quiero".
Autor: Aelita Moreira Viñas
Casorio
Daniel apareció por mi trabajo, en tiempos en que entrar a un edificio de oficinas era fácil, no existían los sofisticados métodos que se interponen al día de hoy entre nuestra persona y los otros.
- ¿Podés ser mi testigo de casamiento?
- Claro, soy excelente testigo incluso de divorcio le dije
- quién otro se animará me pregunta
- El Negro, es piola y además bastante vago, cualquier motivo para salir de la oficina le viene bien, se nos sumó enseguida.
- Con quién te casas? le pregunto, porque Daniel era unos cursos más adelantados que yo, no lo conocía mucho, la idea de salir a eso de las 3 de la tarde a vagar por la Ciudad Vieja me seducía más que las intricadas cuentas en hectáreas que hacía y nunca me cuadraban bien.
- Es una argentina que vino a hacer un curso, nos conocimos, nos enamoramos y ahora me quiero casar para viajar con ella a Tucumán. Aún no sé si nos quedaremos aquí o nos vamos para allá.
-¿Cómo se llama?, digo yo, por el registro y si me preguntan algo, ya que soy testigo y debo decir que la conozco. Rosario contestó.
El otro día, con casi cuarenta años de diferencia me tocó ir al Registro Civil para ser nuevamente testigo. El viejo edificio luce hoy igual, las mismas escaleras, los mismos gastados escritorios, la misma insipidez crónica de sus funcionarios. Actualmente en esta época post COVID se la complican con trámites online, verificaciones, pagos. Entiendo por qué la gente no se casa, lo comentamos por Facebook con Daniel.
Autor: Jorge Sisti
Me le acerqué hasta que su mirada se clavó en la mía, lo acaricié y le hablé en tono suave y pronunciando lentamente cada palabra. Algo que vengo haciendo por varios meses. Lo miro, me mira y da vuelta la cabeza. El perro es muy perro cuand...
Autor: Ronaldo Cunha Dias
Querida, si tan solo con lo poco que tenemos y la nada que somos, pudiéramos hacer de nuestros fracasos, huellas de incomprensiones, un punto de partida para empezar de nuevo...
Autor: Hugo Obal
Sin querer se quiso.
El tiempo, las circunstancias, la soledad y el olvido se juntaron y llegó el encuentro.
Del misterio, lo escondido, lo secreto, lo prohibido, quedó, quedaste y así como llegaste, te desvaneciste.
Dudas, silencio y más dudas.
El tiempo juega en contra, pero a veces también a favor.
Esa mentira oculta se abre paso, derriba murallas pero fundamentalmente miedos.
Los tuyos, los míos, los nuestros pero a pesar de ellos, vencemos.
Autor: Esteban Valenti
Cubrir los costos
Era un país muy, pero muy corrupto, así que Romualdo, que era un legislador recién elegido decidió presentar un proyecto de ley con duras sanciones para los corruptos y los corruptores. Nadie quiso quedar al descubierto y al final la aprobaron. La corrupción siguió tan campante, eso sí, aumentó el valor de las coimas y del porcentaje.
Dos por cuatro
Le habían dejado por primera vez el nietito a su cuidado, Salvatore tenía apenas dos años. No tuvo mayores inconvenientes, al contrario todo transcurría perfectamente, incluso cuando tuvo que entibiarle la mamadera y dársela. Se la devoró. El abuelo decidió poner un poco de música, prendió el aparato y tenía colocado un CD de tango. Salvatore comenzó a seguir el ritmo y a bailar. Naturalmente, con ritmo. El abuelo con la abuela habían tomado unas cuantas lecciones de tango antes de animarse a intentarlo con La Cumparsita. Además de reírse se le cayeron unos cuantos mitos al suelo. Salvatore seguía bailando.
Terrenal
Vivió solo 23 años, en una Florencia que renacía y hervía de poder, de sabiduría y de guerras, fue amada como pocas mujeres a y nunca pudo convivir un solo minuto con su amado, pero fue fundamental para que Dante escribiera una de las obras cumbres de todos los tiempos, la Divina Comedia. Beatriz, cuanta ironía, cuanto dolor. El paraíso, el purgatorio, el infierno no son solo fruto de la imaginación y sabiduría, son un parto en un prado florentino lleno de bayas y hojas de un gran laurel, bajo el cual fue soñada.
Como un piñazo
Se lo dijo alto y fuerte y en lo más duro de la discusión: una paradoja es la negación de cualquier principio científico.
Redonda y veloz
La batalla estaba en su momento crucial, donde se definiría el triunfo de la flota cristiana o la de los turcos, en aquel estrecho espacio del mar cientos de galeras, se enfrentaba cargando cien mil soldados. En una de las naves cristianas un soldado joven y bisoño junto a sus compañeros repelían el asalto de cientos de soldados enemigos. Un oficial de la flota comandada por Alí Pacha armado de un arcabuz apuntó y en medio de aquel entrevero brutal disparó su arma. La bala de plomo recorrió un breve trecho y se incrustó en el cuello del soldado castellano, su cuerpo sin vida cayó al mar teñido de sangre. Se llamaba Miguel y nadie supuso que millones y millones de personas no lograrían conocer nunca a través de los tiempos a Don Quijote y Sancho Panza. Por una simple esfera de plomo. Murió sin ninguna herida en sus extremidades.
Norma
La receta la conocía desde su niñez, Giovanna, su abuela se la había enseñado desde que tuvo uso de razón. Rebanó las berenjenas, preparó la salsa de tomates frescos y también la pulpa con ajo, terminó de cocinar las rodajas de cáscara lustrosa y oscura en el líquido burbujeante, le agregó al final hojas de albahaca que llenaron con su fragancia toda la cocina y cuando la pasta estuvo al dente, entreveró todo y lo terminó de cocinar. Al final le rayó ricota seca. Sirvió todo en una gran fuente. Cuando entró en el comedor se respiraba un aire de expectativa y varias bocas se hacían agua, mientras escuchaban a la Callas cantando "Norma" de Vincenzo Bellini y por la ventana se podía apreciar el azul del mar de Sicilia. "Desde que te conocí, no puedo vivir sin ti, No sabes lo que es amor, Norma mía".
El último viaje
No tenía auto y ningún taxista aceptó llevarlo con su viejo perro bóxer desde el barrio montevideano de Malvín hasta la facultad de veterinaria. Así que emprendieron juntos el camino de varias cuadras a pie. Cada tanto las caderas enfermas del perro lo obligaban a llevarlo en brazos. Fue un viaje muy largo, sobre todo por los recuerdos de aquel cachorro atigrado que tantas veces lo ayudó a vivir, a sentir su cariño y su amistad a toda prueba, a criar a su primer hijo, a impedir que entrara la policía cuando venía a buscarlo en algunas redadas. Nadie se animaba a entrar con aquel ladrido ronco y bravo. El Dogo ya no tenía nada de ese formidable animal que se peleaba con los doberman de un vecino por razones ideológicas. Obviamente de los dueños.
Cuando llegó a la sala en la facultad para dejarlo, porque estaba tan enfermo que había que sacrificarlo, la mirada del Dogo, atado a un gancho con su cadena le quedó grabada para toda su vida. Se sintió un miserable.
Una muñeca
Hasta que parió estuvo tirada y sola en aquel sótano. Afuera por el bulevar pasaba mucho tráfico. La habían traído de Argentina encapuchada y embarazada en un ruidoso avión. Y esperó. Cuando tuvo las contracciones y rompió la bolsa, la llevaron al hospital militar y nació su hijita. Una muñequita morocha como ella. La alimentó hasta que se la sacaron. Sin hablar, sin explicar. Se quedó llorando y gritando en el sótano. Pasaron unos días interminables. Hasta que la vinieron a buscar. La encapucharon. Ella preguntaba todo el tiempo por su hija. Ella misma, la madre, María Claudia era casi una niña. Varias manos la subieron a un vehículo y la llevaron a otro depósito, ella reconoció que había cuatro hombres en la camioneta. Estuvo poco tiempo, la cargaron nuevamente y la llevaron a un cuartel. Se identificaron en la entrada ante la guardia. En el fondo en un lugar donde lo único que se escuchaba era el viento entre las hojas de los árboles la bajaron a empellones, mientras ella seguía preguntando por su hija, hasta que sonaron varios disparos. Tenían que asegurarse de que el enemigo estuviera bien muerto. Luego la enterraron y la desaparecieron. Los valientes combatientes eran cuatro oficiales del ejército uruguayo. Soldados...
Definitiva
La amó tanto, que cuando no encontró más sus prendas en el cajón de la cómoda, dejó de amar la vida.
Única
Ruggero II era rey de Sicilia. Normando, católico pero hizo florecer como nunca su isla por la conveniencia de todos los pueblos que la habitaban, los descendientes de sus antepasados, los bizantinos y los árabes. Y construyó una catedral que contiene todos sus estilos. Lo maravilloso no es sus estilos arquitectónicos, sino su grandeza de espíritu. La catedral de Cefalú.
Carne de ternera
Se percibía, era inminente un nuevo ataque a la bayoneta. Esa mañana le entregaron dos latas de una nueva ración militar, Corned Beef. Cuando se aprestaba a abrir una de ellas, llamaron a prepararse. No lo pensó un minuto, cargó las dos latas en su mochila. Y cuando sonaron los pitos a lo largo de la trinchera, avanzó junto a miles de sus compañeros, dejando atrás un tendal de heridos y muertos. Y siguió avanzando, hasta que una explosión a sus espaldas lo derribó. Un golpe seco lo hundió en el barro y la sangre. Quedó aturdido y con la seguridad de que había llegado su hora. Se replegaron, como tantas veces. De vuelta en la trinchera revolvió su mochila y encontró que una esquirla de una granada de mortero había destrozado una de las latas de Corned Beef. Como pudo se comió los restos, agradeciéndole a aquella extraña lata cuadrada que le había salvado la vida. Leyó la etiqueta. No tenía la menor idea de donde quedaba Fray Bentos.
Es cierto, es posible
Fue presidente solo tres años, unos generalotes lo depusieron. Parte de la repetida historia argentina. Nunca utilizó los fondos reservados y secretos, no aceptó una jubilación especial, ni recursos del estado para que su esposa, que padecía cáncer se fuera a curar a Houston, para financiar el viaje vendió su coche personal. Era médico de campaña. No se escapó en helicóptero, se enfrentó a los gritos a los militares que vinieron a deponerlo. Se llamaba Arturo, el general traidor y cobarde, Oganía.
Barrioviejo
Era un encumbrado sindicalista argentino. En 1990 dijo una frase célebre: "no debemos robar durante dos años" y la Argentina saldrá adelante. Se sumergió una vez más en el pantano y sigue allí. Pasaron decenas de años y 18 millones de argentinos son pobres.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias