AEBU: Memoria y comunidad
14.03.2025
MONTEVIDEO (Uypress) - A 40 años de la liberación de los últimos presos políticos en Uruguay, conversamos con Antonia Yáñez, quien recuperó la libertad el 10 de marzo de 1985 tras haber estado detenida en el ex centro de reclusión La Tablada.
El 14 de marzo es el Día Nacional de la Ex Presa y el Ex Preso Político en Uruguay, fecha que conmemora la liberación de los últimos 47 presas y presos políticos por la dictadura en 1985.
Con ese motivo, conversamos con Antonia Yañez, que había sido liberada junto a otras mujeres de la cárcel de La Tablada, unos pocos días antes, el 10 de marzo.
El regreso a la comunidad
Antonia recuerda el día de su liberación y el recibimiento en su barrio, Piedras Blancas:
"La gente estaba comprometida con lo que pasaba, esperando las camionetas azules que nos sacaron de Jefatura. Esa noche volvimos a la plaza, porque habíamos quedado en que nos encontraríamos allí. Nuestros familiares hicieron lo que pudieron con nosotros, pero también fue un momento de celebración y de reencuentro".
Sobre el impacto de aquel día, agrega:
"Cuando nos sacaron del penal hacia Jefatura, éramos un grupo pequeño. Luego, las camionetas nos repartieron por nuestras casas. En Piedras Blancas me esperaban. La puerta de mi casa estaba llena de gente, había alegría, y al mismo tiempo, tratábamos de entender lo que estaba pasando".
Si bien han pasado cuatro décadas, Yáñez sostiene que la memoria sigue siendo un ejercicio necesario:
"Nunca es suficiente. Es importante volver a participar cada año, porque nosotros somos otros, y las nuevas generaciones van tomando nuestro lugar".
Narrar lo que no se pudo contar
Destaca, además, la importancia de transmitir la historia de forma sensible y accesible:
"La comunicación puede tomar un gesto, un pequeño acto, y narrarlo de una manera que conmueva. Lo que necesitamos es generar belleza en situaciones donde no la hubo, en medio de momentos muy difíciles".
Yáñez también recuerda el rol de las mujeres en esa etapa, marcado por una transición entre generaciones:
"Nosotras pertenecíamos a una generación bisagra. No podíamos ser plenamente feministas, pero hacíamos cosas que el feminismo luego reivindicó. Habíamos leído a las feministas, pero el movimiento aún no tenía la relevancia de hoy".
En su historia personal, la memoria familiar también fue clave. Criada en una familia emigrante de Galicia, recuerda que sus padres no huyeron por militancia, sino por la pobreza.
"Si comparo, lo que pasó en Uruguay fue un símil, aunque afortunadamente no duró 40 años. Pero es increíble lo que se puede destruir en menos tiempo. Esto también nos dejó un mensaje a nosotras, como mujeres".
La resistencia y el valor del compromiso político
Antonia reflexiona sobre la crudeza de aquellos años y el contexto en que vivían:
"Hubo una etapa de máxima dureza, que no te deja igual. Pero ¿cuáles eran nuestras fortalezas en ese momento? Creíamos que la educación pública era un arma, que estábamos formando docentes con conciencia social. Nuestras consignas hablaban de solidaridad con el pueblo, de obreros y estudiantes unidos. Hoy parece de otro planeta".
Ese espíritu de lucha no nació de la nada:
"Nosotras habíamos aprendido que la comunicación política con los demás era clave: convencer de que un cambio era posible, aun en medio de la adversidad, los palos, la represión".
Para Yáñez, el compromiso político fue fundamental:
"Cada una de nosotras tomó decisiones que nos marcaron. Así se formaron decenas de mujeres que luego fueron protagonistas en fábricas, en centros de estudio y en sus comunidades. Muchas, por supuesto, también cayeron presas".
Incluso en prisión, continuaron resistiendo:
"Allí ejercimos toda la fuerza y el valor que tuvimos en cada momento. Pasamos al penal, seguimos construyendo, seguimos contando nuestras experiencias. Así se gestaron estas etapas".
Un camino que sigue
Cada ex presa y ex preso político tiene su historia. Detrás de ellos hay familias, amigos, compañeros de militancia, de estudio y de trabajo. La represión dictatorial no solo buscó castigar a quienes pensaban distinto, sino enviar un mensaje a toda la sociedad.
Por eso, el ejercicio de memoria, verdad, justicia y reparación es colectivo.
"No fue un proceso lineal. Nos preguntamos: ¿la sociedad nos va a escuchar, nos va a entender? Probablemente sí. Pero también hay intereses que buscan lo contrario, que tratan de imponer olvido, negacionismo, distracción".
En este camino, se han interpuesto múltiples barreras, como la impunidad:
"Demoramos porque se interpuso una ley y se perdió un plebiscito. Eso significó cerrar una puerta. La impunidad fue la posibilidad de que la verdad y la justicia aparecieran tardíamente, en cuentagotas".
En 2011, Yáñez y otras mujeres presentaron una denuncia por la violencia sexual sufrida en prisión:
"No sabíamos si íbamos a llegar a buen puerto. Nunca lo supimos hasta el final. Se interpusieron muchas barreras, hubo un intento de olvido, de ocultamiento. Muchas veces, más que la posibilidad de hablar, lo que existió fue el afecto"
Con el tiempo, la memoria se convirtió en un compromiso renovado:
"Ahora la devolución es otra. En aquel momento, todos estábamos en la misma: las clases, la militancia, el compañerismo. Hoy, con la distancia, lo que recibimos es cariño, reconocimiento"
Sobre el impacto en las nuevas generaciones, reflexiona:
"Cuando veo la euforia de las más jóvenes, me pregunto de dónde viene. Es la suma de todo lo que hemos construido. Y aunque sea una parte ínfima, nos sentimos protagonistas de otro tiempo, de otra historia".
También recuerda su trabajo como docente en el Liceo de Piedras Blancas y cómo, tras la dictadura, el barrio había cambiado:
"Piedras Blancas fue históricamente un barrio de inmigrantes, con mucha solidaridad. Pero cuando salí de la cárcel, estaba desolado. La dictadura destruyó las fuentes de trabajo y sumió a la gente en la pobreza".
Por eso, subraya que el compromiso con la memoria es también un compromiso con el futuro:
"El país que la dictadura quiso moldear no desapareció de un día para otro. La pobreza que generó todavía persiste. Y 40 años después, sigue sin alcanzarnos el tiempo para recuperar todo lo perdido".
Un sitio de memoria
En mayo de este año, se inaugurará una plaza inclusiva en La Tablada, en el predio donde funcionó el ex centro de reclusión. El espacio fue declarado sitio de memoria, en una iniciativa impulsada por la Comisión de Memoria de La Tablada, integrada por sobrevivientes y organizaciones barriales.
"Siempre se puede hacer algo más", dice Antonia. "El compromiso sigue siendo enorme".
Imagen: Antonia Yáñez - Javier Perez Seveso
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias