28 de julio: Día Mundial del Derecho Humano al Agua

Crisis de los ríos, crisis del derecho al agua y a la salud, crisis de la res publica

01.08.2024

OTHER NEWS (Por Riccardo Petrella - Pressenza - International Press Agency) – Hoy en día, los ríos del mundo, grandes y pequeños, son motivo de gran preocupación. La mayoría de ellos se encuentran en un estado ecológico crítico, sobre todo en cuanto a:

 

Su caudal: muchos grandes ríos ya no pueden llegar al mar. Tomemos el ejemplo emblemático del Colorado, que riega seis estados norteamericanos y abastece de agua a 40 millones de personas. En África, el Moulouya, río marroquí de 520 km, es el más rico en biodiversidad del país, mientras que el Okavango, tercer río más largo de África austral, desemboca en el desierto del Kalahari, en Botsuana. Del mismo modo, los ríos Syr Darya y Amu Darya, que antaño alimentaban el mar de Aral, están ahora en declive. Cientos de ríos más pequeños ya no pueden llegar al océano.

Su nivelEl nivel de muchos ríos ha descendido tanto que incluso el Rin, el principal río de transporte comercial de Europa, ha tenido que reducir su actividad de navegación fluvial, y su futuro parece preocupante. El Po, principal río de Italia, también corre el riesgo de secarse por completo en las próximas décadas. Según el Sistema Nacional Integrado de Información sobre Sequías, más del 44% de los ríos estadounidenses se encontraban en estado de sequía en octubre de 2022. Los años 2022 y 2023 estuvieron especialmente marcados por esta crisis del agua. En 2022 y 2023, el Mississippi se vio afectado por una sequía extrema. En Brasil, en octubre de 2023, el Río Negro, uno de los principales afluentes del Amazonas, se quedó casi seco. La situación es similar para el Loire, el Yangtsé y, en menor medida, el Danubio...

Contaminación: La contaminación del agua es sin duda uno de los aspectos más alarmantes y trágicos de la crisis mundial que afecta a los ríos y al agua en general. El río Citarum, el más largo de la isla de Java en Indonesia, destaca como el más contaminado del mundo, todas las categorías juntas, debido a una multitud de contaminantes, principalmente químicos, así como residuos urbanos, industriales y agrícolas. Contiene una increíble variedad de desechos: basura, frigoríficos, DVD, colchones, materiales de construcción, ropa y mucho más. En algunos lugares, la superficie del río está tan cubierta de basura que es imposible distinguir el agua que hay debajo.

Entre los diez ríos más contaminados del mundo se encuentra el Ganges, en la India, que abastece de agua a más de 500 millones de personas. Sus afluentes, como el Yamuna, también están gravemente contaminados. En 2017, el Tribunal Supremo indio reconoció la personalidad jurídica del Ganges y el Yamuna con el fin de reforzar los esfuerzos para combatir su degradación. En la actualidad, el agua del Ganges está contaminada hasta un nivel 3.000 veces superior a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En tercer lugar está el Río Amarillo de China, el segundo más largo del país y una de las principales víctimas del explosivo crecimiento económico e industrial de China en los últimos cuarenta años. En cuarto y quinto lugar están el Río Doce en Brasil, apodado Río Muerto tras la rotura de dos presas, que provocó un inmenso alud de lodo con unos 60 millones de toneladas de residuos de mineral de hierro, y el Río Níger en Nigeria, cuya explotación petrolífera es la principal causa de su deplorable estado.

El río Marilao, en Filipinas (6º puesto), está gravemente contaminado por metales pesados como consecuencia de las plantas de tratamiento de oro, que también han dañado el medio ambiente y la salud de las poblaciones locales. Del mismo modo, el Río Matanza-Riachuelo en Argentina (7º puesto) está contaminado por unas 1.200 fábricas que vierten diversos residuos metálicos en el río, lo que supone una importante amenaza para la salud humana.

Al final de la lista de los diez ríos más contaminados del mundo se encuentra el Jordano (8º puesto), río emblemático de Oriente Medio y de las tres grandes religiones monoteístas, afectado principalmente por vertidos de aguas residuales. El Cuyahoga, en Estados Unidos (9º puesto), ha sufrido incluso incendios debido a la cantidad de productos tóxicos vertidos en sus aguas. Por último, el Mississippi, también en Estados Unidos, aunque tiene 3.780 km de longitud y está menos contaminado en algunos tramos, sigue gravemente afectado por la contaminación industrial, así como por los fertilizantes y pesticidas procedentes de las grandes explotaciones agrícolas de la región (1).

Si consideramos la clasificación de los diez países más contaminados del mundo por la cantidad de plásticos presentes en sus aguas, hay que añadir, además de los países ya mencionados, otros grandes ríos. Entre ellos se encuentran el Yangtsé (antiguamente conocido como río Azul), que abastece de agua a más de 600 millones de chinos, el Zhu Jiang (río de las Perlas) en China, el Indo, que une Pakistán con China, el Mekong en el sudeste asiático y el Nilo (2).

La gestión cooperativa y transnacional de las grandes cuencas fluviales a escala transfronteriza y transnacional sigue siendo una cuestión clave a escala mundial.

En la actualidad existen 44 grandes cuencas plurinacionales(3). Aunque ocurran conflictos importantes entre los principales usuarios de los recursos hídricos compartidos, sobre todo en el caso de ríos transfronterizos como el Senegal, el Rin o el Danubio, es difícil hablar de verdaderas guerras entre Estados ribereños. Es innegable que los cientos de organizaciones creadas en los últimos cincuenta años por las autoridades nacionales e internacionales de todos los continentes han desempeñado un papel preventivo, evitando que estas tensiones degeneraran en «guerras suicidas». Sin embargo, es lamentable que estas mismas instituciones rara vez hayan logrado, hasta la fecha, establecer una cooperación política y sociocultural verdaderamente «supranacional» en materia de gestión del agua. No creo que esta falta de cooperación se deba principalmente a lógicas nacionalistas. Mi hipótesis se basa en otros factores, que considero más decisivos: las élites dirigentes suelen compartir una visión utilitarista y económico-financiera del agua, percibiéndola como un recurso estratégico para sus intereses económicos y de poder. Esta visión les incapacita para promover una gestión colaborativa y sostenible de los recursos hídricos.

Esto nos lleva al último punto:

La percepción dominante del agua y de los ríos. Al igual que otros elementos vitales como el aire, los bosques, el suelo, el hábitat, el conocimiento y la movilidad, los ríos son vistos ahora como «capital natural», susceptible de ser monetizado y apropiado para beneficio privado. Esta visión conduce a la extracción máxima de beneficios, en particular explotándolos para producir energía hidroeléctrica, nuclear o de biomasa. Esta es la razón por la que se han construido más de 58.700 grandes presas en todo el mundo (4). Sin embargo, hay que hacer dos observaciones al respecto. La primera se refiere a las propias presas, que, como señalan los científicos desde hace décadas, son uno de los principales factores de degradación de los ríos y sus cuencas. Incluso el Banco Mundial ha reconocido, con 40 años de retraso, que uno de los principales retos para el futuro inmediato en el sector del agua reside en la gestión (modernización, reparación, demolición, abandono, etc.) de las 19.000 grandes presas antiguas, obsoletas y en riesgo de rotura, así como de otros accidentes de infraestructura.

La segunda observación se refiere al importante cambio de prioridades en el uso del agua, que tienden a favorecer los usos energéticos. Durante siglos, el código ético y político que rige las prioridades de uso del agua siempre ha colocado el acceso al agua potable y la higiene a la cabeza de la lista, seguido del agua para la agricultura y el abastecimiento local de alimentos, luego la industria, y en cuarto lugar la energía. Sin embargo, ante la creciente escasez de agua, los poderes públicos y los agentes económicos tienden a reclasificar estas prioridades, situando en primer lugar la producción de energía, seguida de los usos industriales, luego la agricultura y, por último, las necesidades domésticas (agua potable e higiene). Esta tendencia va acompañada de una explosión del consumo de agua embotellada, con 360.000 millones de botellas vendidas de aquí a 2023.

Es crucial contrarrestar la irresponsabilidad histórica de los poderosos haciendo valer el derecho universal al agua y a la vida de todos los habitantes de la Tierra, así como el derecho del agua y de la naturaleza a existir.

Este cambio estructural del valor del agua, que penaliza el derecho fundamental al agua potable y al saneamiento (y por tanto a la salud), así como el reconocimiento del agua y de la naturaleza como bienes comunes mundiales esenciales para la vida, constituye un verdadero expolio de la existencia para todos. Esta situación se deriva lógicamente de la devastación y degradación de los ríos y lagos, verdaderas arterias de la vida en nuestro planeta.

A los «señores de la vida» de hoy poco les importa la crisis de los ríos y del agua, concentrándose sobre todo en la seguridad hídrica a corto plazo, necesaria para mantener la eficacia y rentabilidad de su riqueza y poder. Están convencidos de que escaparán a la escasez de agua gracias a su dominio del sistema financiero mundial y a la aparición de un nuevo mundo tecnológico impulsado por la inteligencia artificial. No les importa que esta situación no sea necesariamente favorable para los miles de millones de personas que ya están marginadas. Por otra parte, apuestan por la capacidad de científicos, ingenieros y tecno-gestores para diseñar una nueva red vital para el planeta, desarrollando gradualmente un sistema global de tuberías de agua inteligentes. Quienes en Europa, en particular en el seno de la Comisión Europea, hablan de la creación de una «Europa inteligente del agua» parecen dar la impresión de ser, sin saberlo, los primeros esclavos que ponen en práctica esta nueva Artificialización Inteligente del agua que es fuente de vida.

La propuesta Visión 28 de Julio, centrada simbólicamente en la celebración del 28 de julio como «Día Mundial del Derecho Universal al Agua y al Saneamiento», es una iniciativa de movilización internacional para devolver la vida a la Tierra luchando por defender un doble derecho, el de los humanos al agua-vida y el del agua-naturaleza a la vida. A través de las luchas de los siglos XIX y XX, los trabajadores consiguieron dar legitimidad y poderes constitucionales al derecho al trabajo en oposición al robo de la vida por el capital industrial. Ahora es el momento - como hemos visto en nuestro análisis de la crisis de los ríos y cuencas de la Tierra, arterias de la vida - de luchar por el derecho al agua y a otros bienes comunes esenciales para la vida, en oposición al robo de la vida natural y artificial por parte del capital del siglo XX.

Para lograr este objetivo, es esencial empezar por movilizar esfuerzos para reconocer la personalidad jurídica de los ríos y otros ecosistemas de nuestro planeta. Esta iniciativa se inspira en los progresos realizados en los últimos años en diversas partes del mundo, especialmente en Asia (India), Oceanía (Nueva Zelanda), Sudamérica (Ecuador, Colombia, Perú), Norteamérica (Canadá/Quebec, Estados Unidos) y Europa (España). Estas iniciativas han permitido otorgar personalidad jurídica a determinados ríos, considerándolos entidades jurídicas, con el fin de defender los derechos de las comunidades que dependen de los territorios regados por estos ríos. Estos avances son signos significativos de que se están abriendo nuevos horizontes, tanto a escala local como mundial, para promover una coexistencia pacífica y equitativa dentro de la comunidad global de la vida en la Tierra.

 

Medio Ambiente
2024-08-01T20:14:00

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