UNDÉCIMA ENTREGA

Cuentos & versos en cuarentena

04.07.2020

MONTEVIDEO (Uypress) - Les presentamos los textos de Laura Santestevan y de Stella Maris Zaffaroni. Seguimos recibiendo textos en: uypress@gmail.com.  

 

Los textos de este sábado son:

"El amor en tiempos de coronavirus", de Laura Santestevan

"¡Grande, Pa!", de Stella Maris Zaffaroni

El amor en tiempos de coronavirus

Laura Santestevan

Entre "Humano, demasiado humano" de Nietszche, y el "Tratado de la desesperación" de Kierkegaard, no habría mucho más que decir. El amor venía mal, desposeído, superficial, cercano al no-ser.

El coronavirus lo reventó del todo, trivializando situaciones, impidiendo otras. Quizá profundizó algunas ya consagradas, por ese anhelo de buscar refugio en el otro que amo y me ama. Pero no fue esa la norma. La norma fue satanizar el amor.

¿Y si ese que me gusta tiene Covid-19 y me contagia? Mejor que no pase nada. Si me re-encanta, quizá no piense y me la juegue, algo que no harían los más cuidadosos. Ambas posturas son malas, y la posibilidad de un hisopado universal y gratuito no existe.

Rimbaud y Baudelaire se hubieran reído del coronavirus, ellos lidiaban con la tuberculosis, que hasta tenía un halo romántico, pues las mujeres más hermosas y los poetas más brillantes, morían tísicos.

En estos tiempos coronavíricos uno no se encanta tanto, no se siente sensual, con mariposas en el estómago. La persona que me gusta tiene puesto un bozal, artefacto de caballo. Ya no me atrae tanto. Lo convierte en un ser ridículo, payasesco, si no fuera que me sigue gustando un poco. Pero puede esconder un virus contagioso y mortal del que debo huir, aunque con culpa, porque tampoco estaría bien dejarlo solo, un poco por humanidad y otro poco porque se trata precisamente de la persona que quiero.

El coronavirus satanizó y vació el amor. El otro me da miedo, me alejo, me cuido, lo tengo lejos, me privo y lo privo de besos, caricias, abrazos. Esta satanización incrementó los asesinatos a mano armada, y de manera especial, los femicidios. También un hombre mató a los hijos, y otro tiró a su mujer por la ventana y después se tiró él. Sale a luz una red de pedófilos, de nombres conocidos y ocultados. Ninguno es procesado. Hay pérdida masiva del trabajo, hambre, desinformación.

En síntesis, en tiempos de coronavirus, vaya y ame todo lo que pueda. El futuro es totalmente incierto. Vivir un gran amor, aun nihilista y desesperado, es humano, no demasiado humano. Se siente placer, poder, felicidad y eternidad, cosas tan opuestas al programa apocalíptico que parecen proponernos ciertos terrícolas muy malos y perversos.

¡Grande, Pa!

Stella Maris Zaffaroni

¡Pah loco, hoy sí que no sé dónde estoy parado!, bueno sí sé; estoy parado en la celda, con usté y dentro de los championes que me mandó mi vieja. Eso es lo que me tiene de la nuca. 

Oiga, hace doce años que estoy en cana, ya me hice magistrado en sorpresas. 

Para cuando me agarraron el nene tenía 4 años. 

Era tan chiquito ¿se acuerda?, me regalaba dibujos cada vez que venía, apretaditos los traía. Y cuando me los daba me miraba con esos ojazos negros y se quedaba esperando hasta que yo decía: ¡Hijo usté es Picaso! entonces soltaba la risa. 

¡Pah!, hermano, la celda más dibujada del penal tenemos. 

Loco me volvía antes de cada visita, me estiraba el pelo con gomina, le sacaba brillo a los botines con saliva, planchaba el pantalón bajo el colchón. 

Y el día mismo, tenía como hormigas en el cuerpo, no paraba ni sentado ni caminando. Iba de acá para allá y usté quieto en la cucheta, matiando, repitiéndome: Respire, compadre, respire. 

¡Se me salían los ojos de las órbitas cuando lo veía venir por el pasillo, de la mano de mi vieja! 

Y yo sabía que iba a estar distinto, ¿cómo no? si pasaba medio año entre una y otra visita. 

¿Se acuerda de la vez que llegó sin dientes?, se le escapaba la lengua con cada ese, cómo nos reímos. 

Y usté también, con esa risa suya que parece una tos. Bien que se rió cuando yo le conté ¿verdad? 

Pero lo de hoy... demasiado mucho fue, uno no está preparado para esto. 

No sacuda la cabeza y páseme un mate a ver si me baja de la tragadera esta bola que tengo. 

¿Será verdadero? 

¿Dónde puse la carta de la vieja? 

¿La tiene usté?, deme pa'acá. 

A ver, sí, ahí mismo lo dice. Yo leí bien, no estoy del tomate.

Ya hace tiempo que cada vez que llega el valor a visitarme lo veo más grande, más alto. Cada vez se parece más a mi viejo, que Dios lo tenga en la Gloria. 

Grande mi viejo, un tipo que me enseñó que llorar es de hombres. ¿Ve? un valor mi viejo. 

Y ahora yo, matiando con los ojos todos mojados por lo de los championes estos 

¡Gran valor mi viejo! La de veces que me dijo: Un día vas a ver a tu hijo hecho un hombre. No sé, nunca me pareció mismo así que iba a pasar. 

Igual uno sabe que si tiene una planta le van a salir flores. Pero lo de hoy me agarró en falsa. 

Mi vieja me había dicho que me mandaba championes, estaba esperando. Y mire, son lindos, son de mi talle, cómodo son. 

Hasta que leí la carta, todo bien. Pero esto de que me los manda porque a mi  gurí le quedaron chicos ¡eso ni lo soñé! 

Los zapatos que al pibe no le entran a mí me quedan bien... ¿qué siglo es éste?, de la nuca quedé. 

Páseme otro amargo, hermano, déle che, a ver si el mate me acomoda por dentro.

Cuentos & Versos en cuarentena
2020-07-04T06:16:00

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias