Treinta años del diario La Hora

27.07.2014

MONTEVIDEO (Uypresss, por Jaime Secco)- Éste jueves 17 se cumplieron 30 años de la fundación del diario La Hora, el primer órgano diario surgido en la lucha contra la dictadura. Periodistas y funcionarios se van a encontrar a las 6 de la tarde en el bar Andorra, Canelones y Yaguarón.

Cuando en 1980 la dictadura pretendió plebiscitar una constitución que consagraba eternamente la tutela militar sobre el Estado, el Dr. Enrique Tarigo, un colorado no proscrito que trabajaba en el diario El Día -que no apoyaba al gobierno de facto-, fundó el semanario Opinar para combatir el proyecto. Fue el primer órgano impreso de esa etapa. En seguida surgieron otros muchos semanarios y revistas. Desde la revista de humor El Dedo, pasando por una del PDC hasta el semanario Jaque, también colorado, algunos blancos y varios de izquierda. Seguramente más de una docena y media; varios de ellos clausurados.

Pero hacia 1983, dos grupos distintos comenzaron a pensar en que se precisaba un diario. Unos eran ex presos comunistas vinculados al periodismo deportivo, liderados por Pedro Cribari, que luego fue secretario de redacción de La República. Otros venían de la revista La Plaza y estaban liderados por el también comunista Gonzalo Carámbula. Ambos pidieron ayuda a los comunistas uruguayos que estaban en la Argentina de Alfonsín y allí los conectaron.

El primer producto se llamó Cinco Días, salía de lunes a viernes y duró cuatro semanas justas antes que lo prohibieran. Los funcionarios acamparon en una olla popular en la sede provisoria del sindicato metalúrgico y gestionaron la posibilidad de volver a sacar el diario. El coronel Rapela, ministro del Interior, dijo que no. "Pero ¿los trabajadores podrían sacar otro para no perder la fuente de trabajo?" A eso el ministro dijo que sí. Comenzó a prepararse La Hora, diario cooperativo.

Pocos de los primeros integrantes de la cooperativa tenían experiencia en prensa. La incorporación de Jorge Pasculli, actual secretario de redacción de La República, fue fundamental. Él ya daba clases de periodismo, así que reunió a algunos de los "nuevos" en la casa de Jorge Burgell, quien fue luego jefe de Deportes de La República, para dictar un cursillo acelerado de redacción. Otros periodistas eran Toto Augustiniak, Elsa Altuna y Juan Charbonier. Casi todos los demás, éramos militantes. Aunque entre ellos algunos vinculados a la escritura y la comunicación como Raúl Castro, director de Falta y Resto, o los escritores Elder Silva, escritor Juan Carlos Legido y el músico Fernando Cabrera, entonces enormemente popular, que durante unos meses confeccionaba eficientemente la cartelera de espectáculos.

Si bien era evidente el apoyo económico del PCU desde el exterior, la cooperativa integraba a gente de casi todos los sectores del FA y sesionaba a veces demasiado. La fecha de salida del primer número no fue casual. Cribari creía que luego del primer número íbamos a quedar "exhaustos" y así habría un día para descansar antes del segundo. Se dice que Rodney Arismendi no estuvo de acuerdo y mantuvo su mal humor largo tiempo.

Pero al salir, el encargado de administración se reunía con Líber Seregni para coordinar la venta por los comités de base del diario los domingo. Técnicamente no era un gran producto, pero tenía una fuerza que no se ha vuelto a ver. Pasculli manejaba la estimación que en sindicatos, comités, centros de estudio y otros lugares había entonces unos diez mil militantes. Había que hacer un diario que fuera imprescindible para ellos. Así, la página 4 se declaraba expresamente frenteamplista -un partido proscrito- y tenía una cartelera diaria con las actividades de los comités. Había gente que llamaba al diario para ofrecer locales para instalar comités, o que iba porque un familiar había cumplido la pena como preso político y no lo habían soltado.

Teníamos la idea de que la dictadura ya no tenía espacio político para cerrar más medios. Así, de a poco, se publicó una nota de Mario Benedetti, una entrevista al senador comunista Enrique Rodríguez y más tarde, a Rodney Arismendi.

El día que se resolvió la legalización del FA, algunos estaban enojados porque era fruto de un pacto -que nunca fue redactado ni firmado-. El título del editorial de Carámbula de ese día citaba a autores vietnamitas que decían que había que "vencer paso a paso". Al día siguiente, se hizo una ronda de opiniones entre dirigentes del FA. La crítica interna fue que esa página "parecía una caminata"; la palabra "paso" estaba en todos los títulos. Ese mismo día, el diario y la CX 30 de Germán Araújo llamaron a festejar la legalización, sin esperar a que el Frente lo resolviera. Se llenó la Plaza Libertad. Esa era la fuerza de La Hora.

La fuerza no era técnica. La redacción estaba en un lado, a dos lados distintos se mandaba componer las letras en letra de molde, en otro los títulos -había un objeto de plástico que imprimía títulos chicos-, se corregía en dos lados distintos, se armaba en la redacción, se hacían las películas a la vuelta y se imprimía más allá. Y a veces estábamos escribiendo y no sabíamos si estaba la plata para salir al día siguiente. Un día, había para comprar una bobina de papel pero no para el flete, así que la bobina la llevaron a la imprenta rodando por la calle.

En esos meses, destaca la cobertura de la salida de presos "peladitos" del Penal de Libertad, a los que se iba a esperar todos los días en la carretera.

Poco a poco, el Partido Comunista fue haciendo sentir su peso, sobre todo cuando reclamó apoyo explícito al sublema que se había creado en sustitución de Fidel: Democracia Avanzada. Eso, naturalmente, estrechó el espectro. La Hora siguió saliendo mucho tiempo, mucho mejor diario, pero con menos incidencia y peor situación financiera. A partir de 1990 pasó a salir semanal. Luego, en forma aún más esporádica.

 

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2014-07-27T20:00:00

Jaime Secco

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias